El cantar de los cantares

1.15 “Hináj Yafá Ra'yatí, Hináj Yafá 'Enáyij Yoním.”

 

 

“He aquí que tú eres hermosa, Mi compañera; eres hermosa, tus ojos son [como de] palomas”.

 

En Breve:

 

Después del elogio que hace la congregación de Israel hacia el Creador, Él les responde diciéndole lo bella que es, pues tiene los ojos tan hermosos como los de las palomas (refiriéndose a sus buenas acciones). Todo el que mira los ojos de esta especie de ave, despierta el amor en su interior.[1]

 

Profundizando:

 

Lo que se aprende de aquí es que las acciones del pueblo de Israel son tan buenas y dignas que atraen el amor Divino hacia él.[2] Los ojos hablan por toda la persona. Si los ojos de una novia son hermosos, dice el Talmud, no hay necesidad de examinar al resto de ella.[3]

 

La mirada del palomo hacia su pareja indica amor y fidelidad por cuanto su atisbo es exclusivo para ella y no se dirige hacia otras palomas.[4] Hashem comparó al ‘Am Israel con las palomas, debido a que se distingue de las demás especies. Esta ave posee la excelsa cualidad de la fidelidad. Una vez que la hembra ha puesto sus ojos sobre el compañero con el que nació, se aferra a él de por vida. Así como la paloma es íntegra en su fidelidad, así también el pueblo judío es íntegro en sus hechos. Todo aquél que le es fiel al Creador, Él le expresa sus deseos de paz y amistad, tal y como lo hizo con Pinejás.[5]

 

 

Enseñanza ética:

 

Otra característica de la paloma es que cuando emprende el vuelo, siempre mantiene a la mirada hacia su nido y aunque pierda a sus críos, no pierde de vista su nido, observa a distancia como toman a sus polluelos, lo contempla con nostalgia y regresa a reconstruir lo que perdió; Paralelamente Israel ha sido desterrada varias veces de su hogar, pero nunca olvida su origen y las costumbres de donde fue concebida,[6] peregrina tres veces al año hacia Yerushalaim a pesar de que el Bet HaMikdash no está construido. Con esto demuestra que aunque fue desterrada y sus hijos le fueron arrebatados, aspira siempre regresar a su propia tierra para reconstruir su hogar y formar familias que se se apeguen de nuevo a su Creador.[7]

 

El Gaón Rab Jayim Berlín, rabino jefe de la Comunidad Judía de Moscú de principios de este siglo, era el hijo del gran “Nezib de Volozin”.  Sus últimos años residió en Éretz Israel, precisamente en la ciudad de Jerusalem. Cada Shabat, era él quien leía el Séfer Torá en el Bet Hamidrash, y lo hacía con tanta emoción, belleza y exactitud, que muchos asistían especialmente a ese lugar sólo para escucharlo.

 

En el Shabat que caía dentro de los días de Jol Hamoed de Pésaj, se congregaba gran cantidad de gente para escuchar cómo el Gaón leía el Shir Hashirim dentro de la Meguilá, como acostumbran a hacerlo las comunidades de origen Ashkenazí. Como siempre, su lectura era agradable y perfecta, y cuando llegaba al versículo que decía: “He aquí eres hermosa, mi compañera, tu eres hermosa y tus ojos son como de palomas”, alzaba aún más su voz, y no podía reprimir las lágrimas de tanta emoción. El Tzadik Rabí Arié Levin, que era alumno de Rab Jayim, se animó a preguntarle cuál era el motivo de su exaltación cada vez que pronunciaba aquel versículo. “Te voy a relatar lo que sucedió”, y procedió a relatarle lo siguiente: “Cuando yo ejercía como Rab en Moscú, llegó un yehudí que solicitó hablar conmigo en privado. Entramos a un cuarto, y me dijo: ´Le voy a revelar un secreto. Mi esposa acaba de dar a luz a un niño, y quisiera invitarlo al berit milá´. ´¡Mazal Tob!´, exclamé. ´Y, ¿Cuál es el secreto?´. ´Sucede que en barrio donde vivo, soy el único Yehudí, mi trabajo consiste en proveer todos los elementos de la religión de ellos, y si se enteran qué yo soy yehudí, me quedaría sin mi sustento. Eso, si salgo vivo de allí. Por eso, le pido me diga cómo puedo hacer para circuncidar a mi hijo sin que nadie se dé cuenta´.

 

 Por supuesto que, en una situación como ésta, no había ninguna posibilidad de hacer un Berit Milá con todos los detalles ceremoniales y con la perfección que pretendemos en casos normales. Lo primero que le dije es que yo me ofrecía a ser el Sandak, y que él se quedara a mi lado. El hombre me respondió que él era muy impresionable, y no podría observar al niño mientras lo estaban circuncidando. Le hice varias preguntas acerca de su vida y situación: dónde vive, cómo es su casa, etcétera. ´Ante todo´, le indiqué, ´tienes que despedir inmediatamente a todos los que trabajan en tu casa. Segundo, tú sabes que en esta ciudad hay un médico cirujano judío, tan experimentado y famoso que hasta los no judíos lo llaman. Pues bien: lo citarás para que en el octavo día también él esté presente en tu casa, y nadie sospechará nada raro, pues a quien te pregunte le dirás que tu hijo tiene un pequeño defecto físico, y llamaste al médico para que lo cure. El médico será el Sandak, y yo, el Mohel. Después, el doctor podrá visitarte varias veces, “para revisar la operación” de tu hijo, y todo acabará sin ningún problema´.

 

  Llegó el día y realizamos el Berit Milá como lo habíamos planeado; todo salió bien, Baruj Hashem. Cuando me despedí de él, le pedí que viniera a visitarme al tercer día, para que me dijera cómo evolucionó el niño de su intervención. Cuando llegó conmigo, le revelé la verdadera intención de mi pedido: quise saber qué fue lo que lo llevó a exponer su vida sólo por cumplir la Mitzvá de circundar a su hijo. Antes de responder, prorrumpió en amargo llanto y con palabras entrecortadas, me dijo: ´Sé que me he alejado demasiado del camino correcto. Muchas veces me sumo en la depresión, porque reconozco mi penosa situación, pero quién sabe si algún día pudiera retornar a mis orígenes, aunque sé que un yehudí nunca debe bajar los brazos y siempre debe mantener la esperanza de encontrarse con Su Creador´. Dicho esto, ya su voz quedó ahogada en gemidos…

 

  Después de unos instantes, continuó: ´Pensé, entonces, que mi hijo estará en una situación mucho peor que la mía. Porque yo, al menos, tuve en mi infancia una somera educación tradicional, pero él no tendrá la más mínima idea de lo que es ser judío. Sin embargo, cuando crezca, es probable que se despierte en él el sentimiento de retornar a sus raíces, y quiera ser un yehudí observante. Y no quiero ser yo quien se lo impida, pues si no le practico la circuncisión como lo exige la Halajá, es muy probable que eso pueda suceder. Por ese motivo tomé la decisión de arriesgar mi vida y la de él, con tal de que el día de mañana tenga las puertas abiertas para retornar al sendero de nuestros ancestros´. El Gaón Rab Jayim Berlín llegó al fin del relato, y se puso a llorar a la par del padre del niño. Luego agregó: ´Con este suceso, pude entender mejor lo que está escrito acerca del versículo que dice: “Tu eres hermosa y tus ojos son como de palomas”.

 

Es sabido que todo lo que está escrito en el Shir HaShirim es alegórico: El “Amado” es el Creador, y “la bella amada” es ‘Am Israel. En este versículo, está mencionada dos veces la expresión que alude a la belleza de la congregación de Israel. Nuestros Jajamim interpretaron que el Todopoderoso considera al yehudí como una “persona bella” antes de pecar y también después de haber pecado. ¿Acaso esta explicación no se ajusta a la lógica? Está bien que un yehudí sea una “persona bella” antes de pecar. Pero ¿qué belleza puede tener después de haber pecado? La respuesta la obtendremos si analizamos bien las últimas palabras del versículo, que dice ´tus ojos son como de palomas´. Como lo mencionamos anteriormente, esta especie de ave tiene la característica de que nunca se aleja demasiado de su nido; ella puede recorrer largas distancias, pero siempre su nido estará al alcance de su vista, para poder retornar a él cuando lo necesite...  esto es lo que aprendemos del padre del niño del relato, quien no dudó en arriesgar su vida, vislumbrando un futuro en que su hijo retomará el sendero que él abandonó...[8] ©Musarito semanal

 

 

“El corazón de cualquier Yehudí tiene su lado tierno, y es la puerta por donde entrará la Palabra del Eterno”.[9]

 

 

 

 

 

 

 

[1] Metzudat David

 

[2] Ídem

 

[3] Taanit 24a

 

[4] Eben Ezra

 

[5] Bemidbar 25:12; ver comentario de Ra”shí

 

[6] Yalkut Shimoní, 985

 

[7] Rabí Israel MiSalanter

 

[8] Extraído de Yalkut Jamishai. Hamaor

 

[9] Rab David Zaed

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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