El cantar de los cantares

1.4 “Moshjeni Ajareja Narutza. Hebiani HaMélej Jadarav, Naguíla Venismejá Baj. Nazkíra Dodéja Miyáyin, Mesharím Ahebúja.”

 

 

“Jálame tras de Ti y correremos [juntos]. Me trajo el Rey a Sus habitaciones, nos regocijaremos y nos alegraremos en Ti. Nos acordaremos de Tus amores más que del vino; con rectitud Te han amado”

 

En Breve:

 

Continúa Israel expresando la pasión hacia Hashem, y dice: Jálame y yo correré tras de Ti. He sido traída por el Rey a sus aposentos, y por ende ahora sigo alegre por Su cortejo. Siempre que me acuerde de Sus cariños, lo apreciaré más que el vino y los placeres embriagantes, pues mi amor por Él es sin barreras.

 

Profundizando:

 

Es tanta la pasión y el amor de Israel hacia el Creador, que fue suficiente un simple acarreo para que corrieran para siempre tras Él. Explican los Jajamim que esto se refiere a la salida de Egipto. Que aun al escuchar que Hashem los llevaría al desierto, salieron apurados sin preguntar siquiera cómo sobrevivirían en el árido y desolado desierto.[1] Me llevó el Rey a sus aposentos (las Nubes de Gloria), Con solo recordar este suceso, nos regocijaremos y nos alegraremos en Ti, nos acordaremos de Tus amores más que del vino, ya que Su amor es absoluto.[2]

 

En el Talmud se estudia que hay varias formas de transmitir la propiedad de un dueño a otro.[3] Cuando se trata de adquirir un ser vivo se requiere “jalar” al animal hacia el nuevo propietario. Se puede efectuar de dos maneras: la primera es tirando al animal para que camine hacia el nuevo propietario y la segunda es que el comprador atraiga al animal haciendo algún gesto, movimiento o silbido para que avance por sí mismo hacia él. De aquí podemos extraer una enseñanza filosófica: Cuando un Yehudí se aleja de su Dueño y se introduce a ideologías extrañas, Él reclama su propiedad, Mi hijo, mi primogénito es Israel.[4] Nosotros suplicamos al Creador: Hazme volver a Ti, oh Eterno, y retornaremos. Renueva nuestros días como antaño.[5] Queremos volver a casa: Llévanos hacia Tú morada; le pedimos que construya Su casa Sagrada, que nos lleve hacia Él, solo necesitamos que haga alguna seña, que nos acerque de una forma cariñosa y sutil y no nos jale por medio de reprimendas,[6] y será entonces que nos regocijaremos y nos alegraremos en Ti. Nos acordaremos de Tus amores más que del vino.

 

 

Enseñanza ética:

 

Los Jajamim comparan a la persona con un pichón que se encuentra dentro del huevo donde fue engendrado. Una vez que se ha desarrollado lo suficiente, comienza a picar el cascarón hasta que lo rompe y sale al mundo. ¿Cómo sabe el polluelo que rompiendo aquel escudo que lo protegió durante su gestación va a darle salida a un mundo tan maravilloso y lleno de esplendor? En realidad, no lo sabe. El Creador formó en su instinto natural el impulso a hacerlo y gracias a este hecho casi involuntario es que logra salir a un mundo mejor. Lo mismo sucede con la persona, su alma siente atracción natural hacia lo que le provoca dicha. La felicidad proviene de un sentimiento de realización.[7] Si esta teoría es cierta, todos los seres humanos deberían vivir felices y satisfechos, todos poseen algún logro, vivimos adquiriendo todo aquello que promete la felicidad, sin embargo, encontramos que la mayoría de los seres humanos viven descontentos e insaciables. ¿Por qué? ¿Qué les hace falta?

 

Me trajo el Rey a Sus habitaciones, nos regocijaremos y nos alegraremos en Ti. El alma de la persona se compara con una fina princesa casada con un humilde campesino, aludiendo al cuerpo. Cuanto más el campesino intente apaciguarla y llenarla con los tipos de placeres a los cuales él está acostumbrado, más triste ella se pondrá. Ella no puede obligarse a comer los "repugnantes" alimentos campiranos que su marido le ofrece, y todo lo que ella recuerda es cuán fina y sofisticada solía ser su vida en comparación. Así también, cuando tratamos de llenar nuestras vidas con dinero, alimentos, ropa, placeres físicos fugaces, todos como un fin en sí mismos, nuestra alma sigue incompleta, ansiando los verdaderos placeres que ella recuerda: la espiritualidad, su conexión con el Creador.[8] Si basamos nuestra vida en el materialismo que exige el cuerpo físico, sus inclinaciones no le permitirán percibir el deleite espiritual. Debemos ser muy cuidadosos en este punto ya que, al ser arrastrado únicamente hacia los placeres físicos, uno puede perder el gusto por el foco espiritual en la vida.[9] Así como ciertas personas, debido a una enfermedad pierden el sentido del gusto y no pueden saborear las comidas, el enfermo espiritual no puede percibir la dulzura en el cumplimiento de un precepto.

 

La alegría es una situación obligatoria, pues es el catalizador de la potencia humana a realizar hechos. Estamos obligados a sentir alegría con lo que nos fue dado por el Todopoderoso. El objetivo de las leyes de la Torá es el de proporcionar a las personas una forma de vida, que habrá de realzar considerablemente el contenido de sus existencias.[10] David HaMélej dijo: Los preceptos del Eterno son rectos, regocijan el corazón.[11] Significa que las Mitzvot se deben cumplir con ánimo y alegría, ya que el mandamiento del Creador es claro, ilumina los ojos.[12] Dice la Mishná: No sean como el esclavo que sirven a su Patrón esperando recibir pago.[13] Si fuéramos más conscientes del bien que le hacemos a nuestra alma al cumplir los preceptos, lo haríamos con diligencia y responsabilidad. La Divinidad no se posa sobre la tristeza, la pereza, la burla, la trivialidad, platicas vanas, solo se reposa sobre aquéllos que practican una Mitzvá con alegría.[14] Una persona que piensa que la felicidad se encuentra en las cosas materiales, todo aquel que no cumple las mitzvot desinteresadamente y con alegría, es una clara señal de que su alma está enferma.

 

Hay personas que piensan que: jálame tras de ti y yo correré, significa que el ser atraídos y correr detrás del Creador, es un camino tortuoso y triste. Los que conocen este sendero saben que es una travesía hacia la luz y el deleite. Las preocupaciones de la actualidad, la presión por conseguir lo suficiente para la manutención de la familia y el ritmo acelerado de la vida que nos rodea, nos distraen del objetivo verdadero de la existencia que es vivir conforme a la Voluntad de nuestro Creador, estudiando Torá, cumpliendo Mitzvot y ayudando a los demás. El brillo del oro llega a cegar en ocasiones hasta a las personas más conscientes. ¡Cuán dulce a mi paladar es Tu palabra, más que miel a mi boca![15]

 

Nos acordaremos de Tus amores más que del vino. La Torá es el elixir de la vida. Al comprender un poco de Su sabiduría entendemos y apreciamos todo el bien que ella nos da, aquel que experimenta esta experiencia, gozará y se alegrará con todo lo bueno que el Todopoderoso le otorga.[16] La luz de la Torá es superior a la luz del sol porque el sol sólo ilumina durante el día, pero la luz de la Torá alumbra tanto de día como de noche.

 

Me trajo el Rey a Sus habitaciones, nos regocijaremos y nos alegraremos en Ti. La Creación es para que el hombre viva una buena vida de gozo y satisfacción, las directivas de la Torá son las instrucciones que indican cómo vivir con alegría en lugar de una existencia de penosas labores y frustraciones tal como tanta gente parece estar viviendo.[17] La Torá le indica a la persona un camino recto que lo conducirá al final con éxito y a una vida llena de felicidad. No solamente en la vida después de la muerte logrará la persona disfrutar de esa alegría, sino que aun en este mundo le aguarda un tremendo goce a todo aquel que siga este sendero. La Torá es un árbol de vida para quienes se aferran a ella.[18].©Musarito semanal

 

 

 

 

 

“Si vas a hacerlo de todas maneras, hazlo con alegría.”[19]

 

 

 

 

 

[1] Targúm

 

[2] Rashí

 

[3] Kidushín 22b

 

[4] Shemot 4:22

 

[5] Ejá 5:21

 

[6] Tiferet Shelomó

 

[7] Maharal, Netivot Olam, Cáp. 18

 

[8] Rab Moshé Jaim Luzzatto, en su libro Daat Tevunot

 

[9] Rabenu Yoná

 

[10] Tnuat Hamusar, vol. 3, página 202; Rab Natán Tzvi Finkel

 

[11] Tehilim 19.9

 

[12] ídem

 

[13] Pirké Abot 1:3

 

[14] Shabat 30b

 

[15] Tehilim 119:3

 

[16] Debarim 26:11

 

[17] Jojmá UMusar, vol. 2, pág. 355

 

[18] Mishlé 3:18

 

[19] Rab Jaim Fridlander

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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