El cantar de los cantares

1.8 ”Im Lo Tede‘í Laj Hayafá Banashím Tzei Láj Ve‘ikbé Hatzón Ur‘í Et Guediyotáij ‘Al Mishkenot Haro‘ím.”

 

 

“Si tú no lo sabes, oh la más bella entre las mujeres, sal y sigue las huellas de las ovejas y pastorea tus cabritos por sobre las moradas de los pastores.”

 

En Breve:

 

En el versículo anterior Israel solicita al Creador que Él abra su corazón (de Israel) para no perder el camino hacia la verdad al cual un judío debe aspirar. El Todopoderoso le responde: si te llegases a extraviar en tu pensamiento, solamente sal y observa el sendero que marcaron tus antepasados y encamínate en el mismo que ellos tomaron y así podrás mantenerte por encima de doctrinas extrañas.[1]

 

Profundizando:

 

En este versículo el Creador responde a la súplica de Su amada (Israel): Si tú no lo sabes, oh la más bella entre las mujeres (las naciones…). Si te extraviases y no pudieras encontrar el sendero que Yo tracé para ti, sal y sigue los pasos de las ovejas…: observa bien, encuentra y sigue las huellas que dejaron marcadas tus ancestros, ellos aceptaron Mi Torá y siguieron Mis Mandamientos. Siempre procurarás emular la forma de actuar de ellos, basadas en las enseñanzas de la tradición y de Mis ordenanzas. Apacienta tus cabritos por sobre las moradas de los pastores. Es decir, aprende de su legado y transmítelo a la siguiente generación.

 

 

Enseñanza ética:

 

El recurso más efectivo con el cual ‘Am Israel subsiste en este exilio es: sal y sigue los pasos de las ovejas, quiere decir, continuando por el sendero que dejaron marcado sus padres. En tiempos pasados, cuando el ‘Am Israel equivocaba la trayectoria, el profeta los orientaba para que corrigieran el rumbo. Profetas ya no tenemos, pero conservamos aún los mapas que trazaron nuestros ancestros con su conducta y virtudes, Los hechos de los padres influyen para que los hijos continúen la enseñanza de ellos.[2] Nuestros patriarcas y matriarcas fueron las raíces donde se fundamentó la nación judía. Hasta el ingrediente más insignificante contenido en la raíz reaparece más tarde en el producto del árbol, el fruto. Cualquier sabor, dulce o amargo inyectado en la raíz, volverá a surgir en los frutos. Por esto, cada uno de los actos de nuestros Patriarcas, que son las raíces del pueblo judío, tuvieron un efecto en sus frutos, las generaciones que les sucedieron hasta hoy y para siempre.

 

 La Torá conceptúa como patriarcas a Abraham, Yitzjak y Ya‘acob (junto con sus esposas que son nuestras matriarcas), porque poseían un carácter trascendente para todo el pueblo de Israel a lo largo de la historia judía, es decir los actos que realizaron fueron prototipo de lo que sus descendientes vivirían:

 

Un transeúnte caminaba por una ciudad poco poblada, estaba perdido y por más que intentaba no lograba llegar a su destino, y más difícil se le hacía pues no había a quien preguntar. Al pasar por una esquina tropieza con un objeto, era un poste que tenía cuatro flechas, cada una señalaba hacia uno de los puntos cardinales, alguien lo había arrancado del suelo. Mientras lo levanta llega otro hombre y le pregunta: “¿Sabes qué rumbo debo tomar para salir de la ciudad?”. Le respondió: “Mira, yo también estoy perdido, si me ayudas a poner este letrero en su posición original, te puedo decir hacia dónde debes ir”. El otro hombre tomó el letrero y comenzó a colocarlo en la forma que pensó que debía ir. Mientras tanto, llega un tercer hombre, los ve y pregunta: “¿Qué están haciendo?”. Responden: “¿Tal vez usted nos pueda ayudar a colocarlo para saber hacia dónde dirigirnos?”. El hombre respondió: “Yo tampoco soy oriundo de este lugar, no obstante, hay algo que sí puedo decirles, sé que vengo del sur así que el norte debe estar frente a mí”. Colocaron el letrero basándose en la dirección que señaló el hombre y de esta forma cada uno logró orientarse y llegar a su destino.

 

Israel forja su futuro, basándose en el pasado… Si sabes de dónde provienes, vas a saber la dirección que debes tomar para llegar hacia dónde debes ir…[3]

 

Nuestra fe comienza con las tradiciones que han sido transmitidas a nosotros por nuestros ancestros y por nuestros sagrados textos. Por medio de estas tradiciones conocemos al Creador, Sus obras y Sus enseñanzas. La Torá nos dice: Pregúntale a tu padre y él te dirá; a tus ancianos y te informarán.[4] Otro versículo dice así: Éste es mi D-os, y lo embelleceré, el D-os de mi padre, y lo exaltaré.[5] La Mejiltá (Midrash) dice que en este cántico la expresión D-os de mi padre implica el reconocimiento de que el nexo que une a los judíos con Él se deriva de sus ancestros. Rashí acota que la expresión indica: no fui yo quien inició la santidad, sino que la santidad se mantiene establecida para mí desde que ellos indicaron el camino; desde entonces la Divinidad está sobre mi cabeza desde los días de mis ancestros.

 

Hay muchas formas en las que una persona se puede expresar a sí misma dentro del judaísmo y muchos son los caminos que existen para llegar a la Divinidad. Hay personas que se inspiran más cuando están solas, observan la naturaleza, meditan, se llenan de Su Presencia. Otros sienten al Creador cuando están rezando al unísono junto a un quórum. Algunos sienten cercanía con Él cantando, otros recitando Tehilim; algunos estudiando y otros realizando favores con los enfermos y necesitados. Podemos encontrar una diversidad de costumbres (sefaradíes, ashkenazitas, yemenitas, etc.). Es importante entender que lo primordial es recordar que cada individuo que integra el pueblo de Israel puede y debe aportar algo al judaísmo. El Árbol de la Vida fue situado en medio del Gan ‘Eden, esto para mostrarnos que pueden haber variadas costumbres, pero hay un punto central y alrededor del mismo otros, que se encuentra a la misma distancia del centro. De la misma manera, hay muchos enfoques del judaísmo que enfatizan diferentes formas de servicio y diferentes rasgos personales, y mientras estos permanezcan dentro de los límites que marca la Torá, todos tendrán la misma validez.[6] Rav Natán Tzví Finkel, el Alter de Slabodka,[7] hacía mucho hincapié en la singularidad de cada individuo; ninguna persona debía ser forzada a encajar en un molde específico, mientras se cuide de no salirse del marco de la tradición que guía al judío en dondequiera que se encuentre.[8]

 

¿Quieres que el judaísmo se mantenga intacto? No intentes idear costumbres nuevas, sal y sigue las huellas de las ovejas, así como una oveja pequeña que se pierde y se reencuentra con su rebaño por las huellas en la tierra. Apacienta tus cabritos por sobre las moradas de los pastores, debemos adherirnos por completo a las instrucciones y actitudes de nuestros sagrados patriarcas, aquellas que ellos mismos estamparon sin desvío alguno y de esta forma su legado se mantendrá inalterable.©Musarito semanal

 

 

 

 

 

“Rabí Akibá dijo: ‘La tradición es el vallado que protege a la Torá’”.[9]

 

 

 

 

 

[1] Metzudat David

 

[2] Sotá 34:10

 

[3] Rab Abraham Shabot

 

[4] Debarim 32:7

 

[5] Shemot 15:2

 

[6] Jafetz Jayim Al HaTorá, 2:9

 

[7] Una Yeshivá que estaba situada en la población lituana de Slabodka, un suburbio de Kaunas, Lituania.

 

[8] Ver Rav Yaakov Rosenblum, Cap.2, pp. 50-56

 

[9] Pirké Abot 3:14

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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