El cantar de los cantares

2.12 Hanitzanim Nir-ú Baáretz, 'Et HaZamír Higuía' Vekól Hatór Nishmá' Beartzénu:

 

“Ya se percibe el brote de las flores [en los árboles], el tiempo del Zamir [del trino de las aves cantoras] ha llegado, y la voz del tórtolo se escucha en nuestra tierra”.

 

 

En Breve:

 

Continúa el versículo relatando cómo el pueblo de Israel anduvo por el desierto conducido por la columna de fuego en las noches y la nube en el día. El canto de las aves alude al emotivo canto que Moshé e Israel entonaron al cruzar el mar que señaló la definitiva perdición de Egipto.[1]

 

 

Profundizando:

 

En el mes de Nisán, las flores aparecen en la tierra, los días cálidos están cerca, la renovación en la naturaleza llega, los árboles florecen y los viajeros disfrutan verlos. Es el tiempo de la canción, [el trino de las aves cantoras] ha llegado, y la voz del tórtolo se escucha en nuestra tierra. La primavera estaba en pleno cuando Israel fue liberado, había terminado el invierno, que simboliza la esclavitud en Egipto.[2]

 

Al llegar la primavera, los pastizales comienzan a brotar y reverdecen el paisaje, así también se encontraba el pueblo de Israel, comenzaba su renovación, estaba listo para desarrollar y producir buenos frutos; comenzó a cumplir las primeras Mitzvot, la del Korbán Pésaj y el Berit Milá.[3] El que el Todopoderoso les haya solicitado estos preceptos fue una señal buena para la congregación de Israel. Cuando dos personas riñen, generalmente cada uno procura cortar todo enlace con su contrincante. La crueldad de los egipcios les hizo pensar que el Creador los había desamparado en sus manos. Moshé y Aharón simbolizan aquel brote de las flores, aparecieron repentinamente en Egipto y solicitaron al Kelal Israel que practiquen las Mitzvot que mencionamos.[4] Resurgió la esperanza, el Eterno se había contentado con ellos, les había concedido el mérito de cumplir Mitzvot y esta, fue la mejor demostración de Su amor. La joven amada se siente agraciada por el llamado y acude alegre y entona (el término Zamir proviene de la palabra canción) un hermoso cántico en correspondencia a la invitación de su Amado.

 

Enseñanza ética:

 

El hombre no fue creado sino para servir al Creador y disfrutar el resplandor de Su santidad, pues es el deleite verdadero y la satisfacción más intensa que pueda existir. El sendero para llegar a este objetivo es por medio de nuestro paso por este mundo, que se comparó a un pasillo que conduce al Mundo Venidero.[5] Y los medios que hacen posible que el hombre alcance esta finalidad son los preceptos (Mitzvot) que el Creador ordenó para nosotros y el lugar para llevarlos a cabo es sólo en este mundo.[6] Rabbí Jananiá Ben 'Akashiá dijo: ‘El Santo, Bendito Es, deseó conferir gran favor sobre Israel. Él entregó a ellos la Torá y Mitzvot en abundante medida’.[7]

 

En la época de la segunda guerra mundial, dos judíos compartían un reducido espacio en una de las barracas dentro de un campo de trabajos forzados. Uno de ellos era un Rebbe descendiente de una reconocida dinastía jasídica, el otro, que llamaremos Reubén, era un judío observante. Vivían en condiciones infrahumanas, la inanición, las enfermedades, las gélidas noches y los diabólicos tormentos hacían que los afligidos prisioneros perdieran el sentido de su existencia.  El maestro jasídico procuraba animar diariamente a su compañero con canciones y relatos, fortaleciendo así su espíritu. El Rebbe llevaba la cuenta de los días, procurando guardar, en la manera de lo posible, cada una de las celebraciones. Un día le dijo a Reubén: “La fiesta de Pésaj está por llegar, el Maror[8] (refiriéndose a la amargura) nos sobra en este campo, sólo nos falta la Matzá. ¿Tienes alguna idea para conseguirla?”. Al siguiente día, Reubén se las ingenió para entrar a una de las bodegas donde almacenaban la comida y consiguió sustraer algunos granos de trigo, los molió, se infiltró en un taller donde había un horno ardiente y horneó dos pequeñas Matzot. Se unió a una cuadrilla de trabajadores venían de regreso de su jornada y consiguió pasar el primer retén. Mientras cruzaban el segundo, es detenido por un soldado, procuró ocultar el pequeño paquete. El soldado le apuntó con su rifle y exigió a Reubén que levante sus brazos, el “contrabando” cayó al suelo El guardia pisoteó las Matzot y le propinó una despiadada golpiza hasta que pensó que había muerto y se alejó satisfecho dejando un cuerpo inerte detrás de él.

 

Pasó un rato y después que Reubén logró recobrar el aliento, rescató lo que lo que quedó de su “tesoro” (las Matzot) y se arrastró hasta la barraca donde lo esperaba con preocupación el Rebbe. Pasaron varias horas hasta que Reubén consiguió volver en sí y mostró las migajas que logró recuperar, y los ojos del Rebbe brillaron…. Intentó, entonces, persuadir a Reubén a fin de que le entregara lo que había quedado de las Matzot para cumplir con ella el Séder, ya que el Rebbe nunca había dejado de comer la Matzá en el Séder de Pésaj. Suplicó a Reubén y hasta le ofreció el pago de la Mitzvá a cambio que lo dejara cumplir con el precepto de comer la Matzá. La noche del Séder “celebraron” Pésaj, recitaron lo que recordaban de la Hagadá y el Rebbe finalmente comió la Matzá. Al otro día, durante el cambio de guardias aprovecharon para recitar el Halel, un soldado se percató que rezaban y sin miramientos sacó su revólver y, sin piedad, ejecutó al Rebbe.

 

Pasó un año, los aliados vencieron al ejército alemán y Reubén logró sobrevivir, emigró a Israel, se casó y se hizo miembro activo de la congregación “Jatam Sofer” del Rab Shlomo Yitzjak Unger. Pasaron 30 años y una noche, mientras dormía ve en el sueño al Rebbe quien le pide que le restituya el pago de aquella Mitzvá que el Rebbe había cedido a Reubén aquella noche en la barraca”. Noche tras noche el Rebbe volvía apareciendo en su sueño. Desesperado, Reubén fue a consultar al Rebbe de Magnovké y le contó toda la historia, “No entiendo tu proceder”, le dijo: “¡Seguro que debes dársela!”. “¿Pero por qué?” preguntó Reubén, “¡Casi muero por ella! ¿Acaso no tengo derecho de quedármela?”. El Rebbe de Magnovké le dijo: “Tienes derecho, pero quiero decirte que tú eres una persona que vives hoy y puedes hacer en un solo día más de cien Berajot, puedes responder varios Kadishim, puedes dar Tzedaká y colocarte el Tefilín.  Tu día puede estar lleno de Torá y Mitzvot. Él ya no puede hacer nada de esto, él ya no tiene la oportunidad que tú sí tienes. Puedes seguir acumulando Mitzvot hasta el último respiro de tu vida…. El hombre agachó la cabeza en señal de aceptación, comenzó a llorar y pensó: “Querido Rebbe, ¡Seguro que te doy el pago de aquella Mitzvá! Aunque no estás conmigo ahora, me has dado otra lección; me enseñaste a valorar cada instante de la vida, te prometo que saliendo de aquí voy a correr a cumplir toda Mitzvá que se presente delante de mí… ¡Cuán precioso es este mundo! Simplemente por una pequeña suma de dinero, uno puede adquirir una Mitzvá: dar a los pobres, adquirir Tzitzit, etc. En el Mundo Eterno no hay Mitzvot para ser adquiridas a ningún precio”.[9] Gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas. Continuó: “Por favor”, dijo Reubén, “Querido Rebbe, lleva contigo el pago de aquella Mitzvá y aboga por mí delante del Creador para que se me presenten muchas Mitzvot y que me proporcione la fuerza y los recursos para cumplirlas todas…”.[10]

 

Las Mitzvot que cumplimos son como los brotes florales que aparecen en la tierra, reverdecen y llenan el mundo con su fresco perfume, el tiempo del trino del Zamir (las aves cantoras), la hermosa melodía que se escucha en las Yeshivot y en los Baté Midrashot es como un canto de alabanza hacia el Todopoderoso, la voz de la tórtola se va a escuchar. La palabra Hator también tiene las mismas letras que la palabra Torah, En el momento de la redención futura, el estudio de la Torá estará en gran demanda. La gente va a venir a la tierra santa en la búsqueda de ella. El objetivo de redimir al pueblo de Israel no fue para traerlo simplemente a una tierra mejor, a una tierra de paz. Sino que el versículo se refiere al objetivo principal de todos los milagros que hizo el Creador en Egipto para rescatarnos: entregarnos la Torá para que brille en nuestras vidas y que el fresco y delicioso aroma que emana de las Mitzvot que cumplimos, impregnen el mundo y todo hogar de Israel. Que tengamos el mérito de ver la reconstrucción de Yerushaláyim y cumplir con todas las Mitzvot y así apegarnos al Santo, Bendito Sea, como solía decir David HaMélej: Y yo en las cercanías del Eterno hallo mi bien.[11]. ©Musarito semanal

 

 

 

“Yo me regocijo con Tus mandamientos, al igual que quien ha hallado un gran tesoro”.[12]

 

 

 

 

[1] Metzudat David.

 

[2] Ver Ra”shí

 

[3] El Gaón de Vilna

 

[4] Seforno

 

[5] Pirké Abot 4:42

 

[6] Mesilat Yesharim, Cápitulo 1; Rab Moshé Jaim Luzzato

 

[7] Macot 23b

 

[8] Hierba amarga que se prueba en Séder de Pésaj.

 

[9] El Gaón Rabbí Eliahu de Vilna

 

[10] Vehigadtá, Séfer Shemot; Rab Galinsky

 

[11] וַאֲנִי ׀ קִרֲבַת אֱלֹהִים לִי־טוֹב Y yo en las cercanías del Todopoderoso hallo mi bien. Tehilim 73:28

 

[12] Tehilim 119:162

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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