2.16 Dodí Lí Vaaní Ló, Haro'é Bashoshaním:
“Mi Amado es para mí y yo soy para Él, el que apacienta entre las rosas”.
En Breve:
Mi Amado es para mí y yo soy para Él. Dice Israel: “Con todo lo anterior, nunca se interrumpió totalmente el amor, pero mi amado era predilecto para mí y no lo rechacé para amar a otro. Así también el, no me rechazó a mí, que fui su elegida, para amar a otra”.[1]
El que apacienta entre las rosas. “Con todo esto que me pasaba, no busque a un dios ajeno y Él no buscó a otro pueblo. Pero hizo posar su Divinidad sobre Moshé, Aharón y los setenta ancianos del pueblo, comparados con las rosas por la fragancia y la hermosura de sus actos”.
Profundizando:
Mi Amado es para mí: para Israel no existe otro D-os: Y yo soy para Él, y para el Creador, Israel es su pueblo. Él es el Pastor; Israel es Su rebaño.[2] Como un pastor que pace a su ganado,[3] así Él cuida y provee a Su pueblo de todo lo necesario en una forma agradable, como si estuvieran en un campo de rosas. Aunque Israel Le fue infiel mientras habitaba en Egipto, y sólo por el mérito de los hombres justos, hombres cuyos corazones son dóciles como las rosas, es decir, aquellos quienes, debido a la fragancia de sus acciones, la hermosura de sus obras y el encanto de sus actos son como estas bellas flores. El amor del Todopoderoso hacia los justos de Israel nunca cesó, y lo demostró requiriéndoles la ofrenda de Pésaj, la santificación de los primogénitos y la construcción del Santuario. A ninguna otra nación le pidió algo similar, nunca eligió a otra nación para ser su pueblo.[4] Dos veces al día el 'Am Israel declara: Escucha, oh Israel, Hashem nuestro D-os, Él es Uno,[5] y Él responde: Me has hecho una entidad única en el mundo, y voy a hacer que tú también seas notable: ¿Quién es como tu pueblo Israel? Una nación única en la tierra.[6] ¡Todo esto es gracias al mérito de los justos de Israel!
Enseñanza ética:
Estudiamos en el Tratado de los Padres: Moshé recibió la Torá de Sinaí y le entregó a Yehoshúa, Yehoshúa a los ancianos, los ancianos a los jueces y estos a los hombres de la Gran Asamblea.[7] A pesar de que el Bet HaMikdash se destruyó y se perdió la influencia y la espiritualidad que emanaba de allí, el Creador brinda a todas las generaciones hombres justos y sabios en Torá, a quienes se les confiere la capacidad de aconsejar, dirigir y enseñar las leyes de la Tora a la nación judía,[8] a ellos se refiere el versículo: El que apacienta entre las rosas.
Los sabios del Talmud dijeron:[9] El rey Shelomó construyó el Beth HaMikdash para el honor del Creador. El libro de los primeros profetas relata a detalle las proporciones y describe a detalle los acabados de los muebles y los utensilios que se utilizaron en la magna obra. Dentro del lugar más sagrado se encontraba el Arca, la cual tenía en los costados unas barras (Badim) las cuales servían para trasladarla, estos asidores se extendían y sobresalían, empujando los cortinados del lugar; se veían de un lado, pero no se veían afuera.[10] Si el Todopoderoso deseaba que fueran vistos, ¿por qué los puso detrás del cortinado; y si no deseaba que fueran vistos, por qué se prolongaban y se veían a través del cortinado?
Explican los Jajamim que el Creador quería enseñar a Israel, que hay veces que ellos pueden ver algo con sus ojos, creyendo saber qué es lo que ven.[11] En toda generación hay treinta y seis hombres justos que reciben al Eterno todos los días, como está dicho: Dichosos todos los que Lo esperan a Él.[12] A Él suma numéricamente treinta y seis, refiriéndose a los treinta y seis hombres justos que hay en cada generación: Los Badim se veían y no se veían, con ellos se mantenía y sostenía el Arca Sagrada, enseñando que estos Tzadikim (hombres justos) son quienes mantienen al mundo y refuerzan a la sagrada Torá. Tal como ellos fortalecen a la Torá, es una obligación mantenerlos, y todo quien lo hiciere y les diere de su dinero, es considerado como si estuviera manteniendo a la Torá.[13]
Rab Arié Levín, conocido como el Tzadik de Yerushalayím, contó sobre un zapatero a quien él veía todos los días en el mercado. A pesar de que nunca había hablado directamente con él, siempre que pasaba frente al negocio, algo impulsaba al Tzadik a poner dinero en la caja de Tzedaká que el zapatero había colocado en la puerta de su local. Un día, Rab Arié Levín pasaba por allí y el zapatero lo invitó a una comida especial que él ofrecía para celebrar la terminación de un tratado del Talmud (Sium Maséjet).
En la celebración, el Tzadik de Yerushalayím encontró que el zapatero estaba enseñando a un grupo de ancianos judíos el último pasaje del Zohar, la obra maestra del misticismo judío. Al escuchar la manera en la que estudiaban, Rabí Arié - él mismo un gran cabalista - estaba sorprendido por la gran profundidad y entendimiento de ese grupo sobre la Cabalá. A la mañana siguiente, Rabí Arié fue a buscar al zapatero. Cuando llegó, encontró cerradas las puertas del negocio. El zapatero había fallecido la noche anterior.
Rabbí Yosef, hijo de Rabbí Yehoshúa Ben Leví, había sufrido una enfermedad que le produjo muerte clínica. Gracias a la Misericordia Divina, Rabbí Yosef se recuperó después de que su alma había llegado al umbral del Mundo Venidero. Su padre le preguntó: “¿Qué viste en el Mundo Espiritual?”. Rabbí Yosef respondió: “Vi un mundo al revés: los altos estaban abajo y los bajos arriba”. Rabbí Yehoshúa Ben Leví comentó: “Viste un mundo claro”, en otras palabras, una imagen exacta del mundo.[14]
La gente que en este mundo disfruta de riquezas y prestigio, son considerados la “alta sociedad”. Pero, posiblemente en el mundo espiritual se encuentran en el peldaño más bajo. Lo contrario también es cierto; en este mundo hay quienes son humillados, ridiculizados o perseguidos, más en el Mundo Venidero, gozan de un estatus de alto nivel. La altura espiritual del hombre se determina según el grado en que haya desarrollado su fe y exitosamente haya pasado las pruebas que el Todopoderoso diseñó exclusivamente para él: Y los justos vivirán por su fe.[15] La persona con fe tiene asegurada una vida buena, gratificante y significativa, tanto en este mundo como en el Venidero. El estatus espiritual de cada persona crece, en la medida que aumenta su fe. Desde nuestro punto de vista limitado en esta tierra no tenemos manera de saber quién es verdaderamente justo y recto. Solamente Aquel que apacienta entre las rosas; Aquel que conoce los pensamientos del corazón;[16] Aquel que desde el lugar de Su morada vigila a todos los habitantes de la tierra,[17] sabe quién puede ser condecorado con la hermosa presea de poder decir: Mi Amado es para mí y yo soy para Él….©Musarito semanal
“El tiempo saca a luz todo lo que está oculto y encubre y esconde lo que ahora brilla con el más grande esplendor”.
[1] Metzudat David
[2] יְהֹוָה רֹעִי Dios es mi pastor; Tehilim 23:1
[3] כְּרֹעֶה עֶדְרוֹ יִרְעֶה בִּזְרֹעוֹ Como un pastor que pace a su ganado; Yeshayá 40:11
[4] Ra”shí
[5] שְׁמַע יִשְׂרָאֵל יְהוָֹה אֱלֹהֵינוּ יְהוָֹה ׀ אֶחָד Escucha, oh Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor es Uno; Debarim 6:4
[6] וּמִי כְעַמְּךָ כְּיִשְׂרָאֵל גּוֹי אֶחָד בָּאָרֶץ ¿Quién es como tu pueblo Israel? Una nación en la tierra; Shemuel II 7:23
[7] Pirké Abot 1:1.
[8] Ver Ramban en Shemot 18:15,16.
[9] Yomá 54a.
[10] וַיַּאֲרִכוּ הַבַּדִּים וַיֵּרָאוּ רָאשֵׁי הַבַּדִּים מִן־הַקֹּדֶשׁ עַל־פְּנֵי הַדְּבִיר וְלֹא יֵרָאוּ הַחוּצָה Extendieron las barras [hacia afuera], y se vieron los extremos desde el lugar sagrado frente del Sancta, pero no se veían afuera. Melajim I, 8:8
[11] Sanhedrín 97b.
[12] אַשְׁרֵי כָּל־חוֹכֵי לוֹ Dichosos todos los que Lo esperan a Él. Yeshayiá 30:18.
[13] Extraído de la revista Pájad David, Perashat Terumá; Rab David Pinto.
[14] Pesajím, 50a.
[15] Habacuc 2:4
[16] Ídem 44:22
[17] Tehilim 33:13-14.
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