4.10 “Ma Yafú Dodáyij, Ajotí Jalá; Ma Tóbu Dodáyij Miyáyin, Veréaj Shemanáyij Mikól Besamím”.

 

“Cuán bellos fueron tus encantos, hermana Mía, novia [Mía]; cuán buenos fueron tus encantos, más que el vino, y el aroma de tus óleos más que todas las fragancias”..

 

 

En Breve:

 

El Creador alaba a la congregación de Israel por dos de sus aptitudes que son más queridas para Él que el vino y los perfumes, elementos que producen placer al ser humano.

 

Profundizando:

 

Cuán bellos fueron tus encantos, muy hermosas fueron tus señales de cariño hacia Mí de tu parte, hermana Mía, novia Mía. Cuán buenos fueron tus encantos, qué buenos fueron tus ungüentos perfumados y el aroma del aceite, mejor que el vino, y el aroma de tus óleos más que todas las fragancias. La moraleja es que el Creador exalta a Israel por la fuerza de la fe que demuestra tener en Él y por la difusión de la Santidad de Su Nombre (Kidush Hashem) que Israel demuestra al mundo. Esto es algo aceptado y muy querido por Él.[1]

 

Enseñanza ética:

 

Representar en el mundo el Nombre del Todopoderoso no es una tarea fácil, cuando nos identificamos como judíos, cuando cuidamos el Shabbat, cuando estudiamos Torá, cuando cuidamos que lo que comemos sea permitido por la Halajá, cuando nos colocamos el Tefilín, la Kippá, incluso el nombre y los apellidos, estamos "representando" al Creador. Ya que somos Su pueblo: No profanarán Mi Santo Nombre, y Yo seré santificado entre los hijos de Israel.[2] El hecho de ser judío compromete al individuo a estar a la altura de un cierto nivel de conducta, es un embajador de la Torá y en él se reflejan todos los demás judíos. La Mitzvá de santificar el Nombre Divino nos obliga a sacrificar cualquier cosa que poseamos, aún nuestras vidas, antes que ceder y negar Su existencia y la unidad y la verdad de Su Santa Torá. En cada una de nuestras acciones está el "profanar" o “enaltecer” Su Nombre...

 

Veamos una historia acontecida en nuestros días, en ella se demuestra, lo que una buena acción en el pueblo de Israel puede provocar… Sol Werdiger, un judío ortodoxo de New York, y director ejecutivo de Outerstuff, una compañía que produce ropa deportiva recibió una llamada telefónica, de un supuesto empresario coreano, invitándole una comida en un restaurante Kosher, en Manhattan, para proponerle un gran negocio. Aunque Werdiger no sabía el propósito de la reunión, acordó entrevistarse con aquella persona.

 

Cuando se reunieron, el coreano le expresó al Sr. Werdiger lo siguiente: “Siempre he escuchado estereotipos negativos, sobre los judíos e Israel, y lo tomé como una cuestión de valor, quiero que usted sepa, que mi hija, tomó una pasantía, trabajando en diseño en su empresa. En el transcurso de este año, ella me ha estado contando lo maravilloso que es trabajar en su compañía. Hay cuatro cosas que destacaron e impresionaron a mi hija: todos los días, a la 1:30 p.m., sin importar lo que sucediera en ese momento, todos los hombres, incluso los de las oficinas vecinas, se retiran a una habitación para rezar con sinceridad y calma. Segundo, todos los viernes, la oficina cierra temprano en la tarde, para prepararse para su santo día, ella es testigo que nunca se laboró en sábado. Esto incluye a todos los trabajadores, sin importar cuál sea su fe o religión que profesen. También, quiero que sepa, que mi hija observó en su empresa, que cada uno de los solicitantes de caridad que llegan, y había muchos, fueron tratados con el máximo respeto, y se retiraron felices con un cheque en la mano. Ella también se sentía muy orgullosa de pertenecer a su equipo, pues fue tratada con el mayor respeto y dignidad”.

 

Y continúo diciendo: “debido a la increíble experiencia, y las lecciones que la compañía le ha enseñado a mi hija, quiero elaborar un cheque, y devolverle todos los ingresos que ella obtuvo durante este año en su empresa”. Werdiger no aceptó en absoluto, y le respondió: “su hija trabajó y se ganó su salario, y con razón merece su sueldo, y por lo tanto, no aceptaré ninguna remuneración”. Entonces el coreano, le reveló que su verdadero nombre, era Oh Joon, y se desarrolla como Embajador de Corea del Sur ante la ONU. “Como usted sabrá, yo tengo privilegios de voto en la ONU. Y debido ahora a mi renovado aprecio por el pueblo judío, me abstuve de votar en tres ocasiones, resoluciones contra Israel. Incluso en una resolución, obtuve el noveno voto, necesario para aprobar la moción, y la resolución contra Israel, pero como me abstuve, esta no fue aprobada”. Werdiger luego contó, que nadie en la oficina tenía idea, de que esta señorita, era la hija de un embajador, y nadie se imaginó, qué impacto tuvo en ella esta típica conducta en el trabajo, y cómo esto pudiera afectar los votos en contra o a favor de Israel. El Sr. Sol Werdiger, es hoy el presidente de la junta de fideicomisarios de Agudath Israel of América.

 

Otra historia que demuestra el maravilloso control del destino que tiene el Todopoderoso para aquellas personas que siguen las indicaciones de la Torá y de los Jajamim, cumpliendo con la causa de Santificar Su Nombre: Todos recordamos bien el cruel desalojo que sufrieron nuestros hermanos que habitaban en la franja de Gush Katif, hace cinco años. Durante el transcurso de la evacuación, hubo habitantes que aceptaron todo el proceso de descolonización, llegaron a acuerdos con los encargados de la misma y recibieron dignas indemnizaciones y ayudas del gobierno a cambio de abandonar el lugar. Hubo otros ciudadanos con ideologías diversas que adoptaron otra decisión y no aceptaron ningún tipo de negociación permaneciendo en sus hogares hasta que la orden de desalojo llegó. Luego de la expulsión, los habitantes se quedaron sin nada, sus pertenencias fueron a parar a depósitos cerrados, ellos a vivir a distintos hoteles o tráileres en un estado totalmente indigno. Entonces, comenzaron distintos procesos de juicios para indemnizarlos por la pérdida de sus casas. Entre ellos había una familia que llegó a un punto que no perdieron solamente la casa, sino que también su pequeño local comercial, a cambio de eso no recibieron nada; debido a esto perdieron totalmente su nivel de vida, convirtiéndose en pobres y necesitados que vivían y se alimentaban de la generosidad ajena.

 

Una persona que se involucró en el problema de ellos trató de ayudarlos y de buscar una indemnización digna de la dirección general de descolonización para que su familiar pueda restablecerse, logre reabrir el negocio, pueda sustentarse de manera digna y salga de su terrible estado de insolvencia en el cual cayó. La cuestión era muy complicada y día a día el horizonte se veía más lejos; debido a distintas leyes y una dura burocracia no se veía luz al final del camino. “Después de varios intentos con la dirección de Gush Katif, cuando se terminaron todas las chances llegué a un acuerdo con el encargado responsable, en una charla personal, y le dije que viendo todas las dificultades y complicaciones en las que este pobre hombre cayó, le proponía que le hiciéramos un préstamo de manera particular, un par de miles de dólares ni al él ni a mí nos irían a afectar, y que de esta forma aquel necesitado podría reabrir su comercio, de esta forma podría saldar la deuda y así lo sacaríamos de su pobreza”. Cuenta el hombre.

 

El jefe de Gush Katif pensó que era extraño prestarle una cantidad tan grande de dinero a alguien que no conocía, de quien no tenía referencias y de lo poco que sabía estaba en ruinas. El hombre religioso le explicó que la importancia de dar un préstamo podría ser considerada incluso más que caridad. Luego de mucho diálogo el funcionario aceptó y prestó el dinero. La familia abrió un negocio, pero lamentablemente no funcionó y todo el dinero invertido terminó perdido. Este pobre hombre no tenía de dónde pagar el dinero que debía y el funcionario público ni supo que había quebrado. Cuando fue a reclamar la deuda se sorprendió al enterarse que su deudor estaba en la ruina y no podía pagarle. A pesar de que la otra persona no había firmado ni una garantía, el funcionario se acercó a él y le pidió que se haga cargo de la deuda ya que él lo había arrastrado a prestar el dinero. Fueron delante de un rabino y la Halajá dictaminó que si él no había firmado nada no tenía obligación de pagarle. Este hombre religioso se sintió incómodo y fue a preguntarle a otro Rab qué debía hacer; le respondieron que no debía el dinero, pero si quería hacer un acto de Kidush Hashem, Santificar el nombre del Todopoderoso, que consiguiera el dinero y pagase la deuda. Y así lo hizo. Obviamente que el funcionario recibió el dinero, no lo podía creer ya que no tenía nada firmado e incluso sabía que habían consultado a Rabanim y habían dictaminado que no tenía obligación de pagarle.

 

El Tishré del 5772 el hombre que había pagado la deuda tubo un grave problema de salud con un familiar cercano el cual requería una operación de urgencia. Luego de conseguir un turno en el quirófano se estableció una fecha para la intervención. Cuando llegó el día, los hospitales entraron en huelga y el pobre hombre estaba con su familiar enfermo, a quien le urgía la cirugía, pero no tenía donde operarlo. Repentinamente lo llaman por teléfono del hospital central y el director de cirugía los convoca. Al presentarse les dice, vestido de civil, “Hoy el hospital no atiende ya que hay una huelga general, pero cuando leí su nombre me pareció conocido, por eso averigüé quienes eran ustedes. Usted es la persona que le pagó a mi hijo una deuda a pesar de que no tenía forma de reclamársela. Mi hijo es el funcionario que estaba encargado de la expropiación de los habitantes de Gush Katif. Tan grande fue lo que hizo que a personas como ustedes no se les puede negar la atención médica; de hecho, seré yo mismo, director del hospital, quien realice la cirugía y por la misma no les voy a cobrar una sola moneda”. Así fue que la operación salió bien Gracias al Creador y esta persona no pagó ni un solo centavo por ella. Tiene sentido contar que el valor de la operación equivalía exactamente al monto de la deuda que él había pagado y que ese mes era la última cuota del crédito que había tomado para pagar la deuda al funcionario.[3] ©Musarito semanal

 

 

 

“El que ama la pureza del corazón, el que tiene gracia en sus labios tendrá como amigo al propio Rey”.[4]

 

 

 

 

 

 

[1] Metzudat David.

 

[2] Vayikrá 22:32.

 

[3] Extraído de la revista Pájad David, Parashat Vayigash; Rab David Pinto

 

[4] Mishlé 22:11

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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