4.12 “Gan Na'úl Ajotí Jalá; Gal Na'úl Ma'yán Jatúm”.
“Huerto vallado [eres], ¡Oh hermana Mía, novia [Mía]! fuente cerrada, manantial sellado”.
En Breve:
El Creador está alabando a las hijas de Israel por la cualidad del decoro y exalta que ellas no caen en promiscuidad ni tampoco en infidelidad porque saben cuidar el principio del pudor bien arraigado en sus almas.
Profundizando:
Huerto vallado, fuente resguardada, manantial sellado: estas expresiones hacen alusión a la integridad inobjetable de la mujer judía, quien cuida celosamente su moralidad. En un jardín vallado, solamente el Amo del jardín tiene acceso al mismo, ¿Quién otro podría ingresar en él? Quiere decir, ella se cuida que nadie la deshonre, incluyendo en esta idea el cuidado celoso de la integridad de la fe judía distanciándola de la idolatría y de las creencias paganas.[1]
Enseñanza ética:
Pues el Eterno se pasea en el interior de tu campamento a fin de salvarte y entregar a tus enemigos ante ti. Por eso tu campamento deberá ser santo, para que [Él] no vea en ti algo impúdico y se aparte de ti.[2] El pudor y el recato es el escudo protector más efectivo con el que cuenta el 'Am Israel. Es la corona que enaltece especialmente al pueblo de Israel, además es la piedra fundamental para la construcción de un hogar judío. Es la más bella insignia que pueda una digna princesa de nuestra nación poseer. Nunca se ha visto ni imaginado que una reina se quite su corona tratando de convertirse en plebeya. Que humillante y deshonroso sería ver una escena como esta… así se percibe a una Bat Mélej que por ignorancia o ingenuidad desprecia las leyes del recato, este tipo de acciones debilitan la pureza de Israel y esto induce el descontento y enojo del Creador, alejándolo de nuestras moradas y dejando a todo el pueblo sin la protección de Su Presencia…. Y, por el contrario, cuánta bendición y protección traen al mundo todas aquellas mujeres que son meticulosas en el cuidado del recato digno de la realeza… La vergüenza es una de las tres características que distinguen al Pueblo de Israel: Son vergonzosos, piadosos y solidarios,[3] y a su vez esta cualidad es la madre del Tzeniut (decoro).
Una incontable cantidad de mujeres, provenientes del todo el mundo caminaban entre los estrechos callejones de Bené Berak para llegar a la calle Rashbam, para escuchar un consejo, una bendición y un abrazo maternal de la Rabanit Bat Shéva Jaya Kanievsky. Sucedió unos días antes de la festividad de Pésaj, cuando informaron en la radio que un ´coche bomba´, cargado con toneladas de explosivos fue estacionado en un centro comercial de Haifa… y milagrosamente no explotó. La noticia corrió como pólvora por todo Israel y todos se enteraron del hecho, pocos fueron los que se enteraron de lo que había ocasionado que el artefacto no explorara…
En el lugar se encontraban miles de personas haciendo sus compras para la fiesta, el auto estaba preparado, ¡Los cables estaban realmente conectados y el detonador ajustado! Todo estaba listo, pero para sorpresa de los terroristas el malévolo plan se les vino abajo… ¿Por qué? Se preguntaban…
Ellos no sabían que unos días antes de la festividad había llegado al domicilio de la Rabanit Kanievsky un grupo de 40 jovencitas provenientes de la ciudad de Tzfat. Muchachas maravillosas, habían decidido salir de vacaciones. La directora de la institución donde estudiaban sabía del peligro que corrían los jóvenes ante la influencia de la calle y les pidió que antes de salir fueran a visitar a la Rabanit para que las reforzara en la Mitzvá de recato. Durante una hora habló con ellas y les explicó lo valioso y lo importante que es cuidar este precepto en especial, para la mujer, y les dijo que toda vez que ellas se abstuvieran de usar una prenda inapropiada, representaba una ofrenda al Todopoderoso.
Les contó la historia de una joven que se paseaba escandalosamente y que era adicta a la ropa, como si fuera una droga. Era capaz de viajar al exterior, en busca de un vestido de moda. Sus armarios estaban atiborrados de ropa… Un día se sintió enferma y se acercó al hospital para que la revisara un doctor. Después de los estudios descubrieron en su estómago un crecimiento de gran tamaño, del que además se habían ramificado metástasis hacia todo el cuerpo...
El doctor le había dicho: “No te queda ni un día de vida. No te enviamos a tu casa, porque si no continúas con vida, culparán al hospital de haberte negado atención. Quédate internada, te operaremos y si falleces, será considerado natural...”. “¡Imagínense cuanto miedo sintió la joven! ¡Qué podía hacer! ¿Quieren que le diga qué fue lo que hizo?”, todas asintieron con la cabeza. “Pues bien, ella se escapó del hospital. Corrió a su casa. Con un grito que salió de lo más profundo de su ser exclamó: ¡Patrón del Mundo, quiero acercarte una ofrenda, pero ¿qué puedo yo ofrecerte? ¡Ya sé, te entregaré una ofrenda que será como si te ofrendara mi vida...!”. Las alumnas esperaban expectantes a que les dijera qué había ofrecido. La Rabanit continuó: “Estoy segura de que ella tenía algún ancestro que desde los Cielos la había aconsejado tan bien. Ella abrió el armario, sacó toda su ropa… y la quemó. No le quedó ni una prenda, ni siquiera para volver al hospital, por lo que, vestida con su pijama, tomó un taxi y regresó sin decirle nada a nadie.
La prepararon, la metieron al quirófano y fue intervenida y los hábiles cirujanos pudieron extraer la masa que había crecido dentro de su estómago. Le practicaron de nuevo los estudios y descubrieron que el diagnóstico que le habían dado acerca de la metástasis era erróneo, no existía rastro de la enfermedad… Ella había ofrecido lo más valioso para ella: la ropa sin recato, y el Todopoderoso le devolvió una vida nueva. Después que se recobró vino a verme y cuando me relató lo sucedido y me hizo llorar de emoción, créanme, se veía como una princesa, como se debe ver una mujer de Israel...”.
Ellas volvieron a Tzfat y al día siguiente todas ellas tomaron una decisión: “¡Nosotras también podemos hacer una ofrenda de recato al Creador!”. Juntaron todas sus ropas y bajaron al gran salón. Colocaron allí una urna de dos metros de alto y comenzaron a clasificar la ropa. Toda prenda cuya manga no tenía el largo apropiado, terminaba dentro del recipiente. Con cada vestido que arrojaban decían: "Creador del Mundo, te entrego esta prenda como ofrenda, por el pueblo de Israel, que no haya sufrimientos, que no haya atentados, que no haya enfermedad, que no haya viudas…”. Cada ropa que no cumplía con las reglas de recato era arrojada a la urna, cada una con lágrimas y con resignación. Todos los vestidos que el Todopoderoso no aprecia colmaron el recipiente. Recién terminaron su tarea… escucharon en las noticias que un coche bomba, con toneladas de explosivos fue dejado en un centro comercial en Haifa y no había explotado… Esto fue por el mérito de estas jóvenes que ofrendaron su ropa. Es realmente muy valioso, porque por el heroico acto de las jóvenes había salvado muchas almas judías.[4]©Musarito semanal
“La vergüenza es una de las tres características que distinguen al Pueblo de Israel: “Son vergonzosos, piadosos y solidarios”[5] y a su vez esta cualidad es la madre del Tzeniut.
[1] Metzudat David.
[2] Debarim 23:15.
[3] Yebamot 79a.
[4] Extraído de Maor Hashabat; Eliyahu Saiegh.
[5] Yebamot 79a.
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