4.4 “Kemigdál David Tzavaréj, Banúi Letalpiyót; Élef Hamaguén Taluy 'Aláv, Kol Shilté Haguiborím”.

 

“Como la fortaleza de David es tu cuello; construida para majestuosidad. Mil escudos de protección sobre ella cuelgan, todos (escudos) de valientes”.

 

 

En Breve:

 

El Pretendiente le dice a la mujer: Así como la torre de David era una fortaleza inexpugnable y se alzaba sobre Tziyón para irradiar doctrina también para los más lejanos caminantes, así también es tu cuello recto y erguido. Esto se compara al Bet HaMikdash, el cual representa la fuerza espiritual e intelectual del pueblo de Israel, del cual emanaban para el mundo las magnas enseñanzas de la Torá. Los escudos de protección que cuelgan de ella se refieren a su belleza y esplendor.

 

Profundizando:

 

La fortaleza de David alude al Bet HaMikdash (el Sagrado Templo de Jerusalem); era una fortaleza que se alzaba sobre un monte elevado cuyas laderas descendían a tierra, los caminantes podían verla a distancia y la usaban como señal para conocer su posicionamiento y saber la dirección a tomar. Lu construcción del Templo era perfecta y todos admiraban su belleza e imponencia. Estaba construido con edificios de lo más selecto y recubierto en oro con incrustaciones y bordados, Querubines, palmeras y capiteles salientes con formas florales.

 

Shelomó Hamélej comparó la majestuosidad del Templo con el cuello, miembro fundamental del cuerpo humano, es el pilar sobre el cual se sustenta la cabeza y le otorga hermosura y porte especial al hombre. Así estaba considerado el Bet HaMikdash: como un baluarte protector de Israel. Se ubicaba sobre un monte alto y de allí salía la enseñanza de la Torá para toda la nación, como lo atestigua el libro primero de los Reyes.[1]

 

Escudos de protección, la costumbre de los reyes era colgar broqueles sobre la torre de sus fortines para mostrar el poder y la belleza del imperio, también servían como señales que orientaban a sus soldados en el camino. Mil escudos de protección sobre ella cuelgan; el versículo utiliza un número alto de objetos con la intención de mostrar que era una multitud de guerreros, así también deseó mencionar alegóricamente una alabanza a la amada (Yerushaláyim).[2]

 

 

 

Enseñanza ética:

 

Tres obligaciones tenía la nación judía al ingresar a la tierra de Israel: Coronar un rey, destruir la estirpe de 'Amalek y construir el Bet HaMikdash.[3] Este último, es el elemento fundamental de nuestra entrada a la Tierra Prometida y con ello se constituiría en el lugar, el epicentro de la espiritualidad en el mundo. Desde allí se elevarían las plegarias de todos los seres humanos recitadas en cualquier lugar del planeta. Nuestros sabios señalaron en el Talmud: Quien no observó a Yerushaláyim en su gloria, jamás observó una bella ciudad. Y quien no observó al Bet HaMikdash construido, jamás vio una construcción espléndida.[4]

 

¿Qué la hacía tan especial?

 

¿Acaso existía en ese tiempo alguna otra construcción así? Grandes y pesadas piedras, acomodadas de modo excepcional. Algunas estaban recubiertas con un mármol verde azulado, similar al oleaje marino, contemplación que transmitía paz al observador… Los portones estaban enchapados de oro puro y la mayoría de los utensilios utilizados por los Cohanim para el servicio Divino fueron forjados con este precioso material. Había miles de candelabros decorados con flores y botones de oro; cuando eran encendidos todo el recinto quedaba inmerso en un mar de luz. El encortinado era exquisito…

 

Tal vez era porque, según nuestra tradición, el cimiento del mundo fue erigido por medio del Even HaShtia (la Piedra Angular), que es parte de la piedra basal que se encontraba en el corazón del Bet HaMikdash, mismo que descansaba sobre un monte llamado Har HaMoriyá. Fue sobre esta roca donde ató Abraham a su hijo Yizjak para elevarlo como ofrenda para cumplir con el mandamiento Divino.[5] O porque fue el lugar donde durmió nuestro patriarca Ya'acob.[6]

 

O digamos que era por los diez milagros que se veían exteriormente a los ojos de todo el público para mostrar cuánto cariño tiene el Creador por el 'Am Israel: Ninguna mujer abortó alguna vez a causa del olor de la carne ofrendada. Nunca se descompuso la carne ofrendada. Ninguna mosca fue vista alguna vez en el matadero. Ninguna impureza corporal sobrevino alguna vez al Cohén Gadol (Sumo Sacerdote) en Yom Kipur. La lluvia nunca extinguió el fuego sobre la pila de leña de la hoguera en el Altar. Nunca desvió el viento la columna de humo (del Altar). No se encontró ningún defecto en el Korbán (Ofrenda) del 'Omer,[7] ni en las dos Hogazas (de Shabuot),[8] ni en el Léjem HaPanim (el Pan de la Proposición).[9] La gente estaba apretada al permanecer de pie, no obstante, cuando se prosternaban, tenían amplio espacio. Jamás mordió una serpiente o picó un escorpión a alguien en Yerushaláyim. Y no dijo algún hombre a su compañero: “Escasea para mi lugar para pernoctar en Yerushaláyim”.[10]

 

Todas son ciertas, pero la principal es que el Creador hace posar Su Presencia en el interior del Kódesh HaKodashim (Sanctasanctórum), donde se ubicaba el Arca Sagrada. Él deseaba estar junto a la Torá, pues el lugar mismo es la fuente de ella, como está escrito: Cuando no puedas determinar qué sentencia dictar…. Deberás ascender al lugar que escoja el Eterno. Y vendrás ante los Cohanim (Sacerdotes), los Leviyim, y ante el juez que actúe en aquellos días; tú les expondrás el caso y ellos dictarán la sentencia del asunto.[11] Y está escrito: Pues de Tziyón saldrá la Torá, y la palabra del Eterno de Yerushaláyim,[12] donde se hallaba el Sanhedrín (Máximo Tribunal).

 

El lugar elevado al que se refiere el versículo es donde estaba el Bet HaMikdash,[13] y es donde, hasta hoy día, se manifiesta el lazo profundo e incondicional entre el hombre y su Creador. Si no tenemos claro este concepto ¿Cómo podemos mostrarle al Creador que ansiamos Su retorno? ¿Qué al estar de pie tres veces al día en nuestras plegarias pidamos con todo el corazón: “Reside dentro de Yerushaláyim Tu ciudad como lo hablaste; y el trono de David Tu siervo pronto en ella establece…; Que el brote de David, Tu siervo, surja pronto…; Y haz retornar el servicio al Palacio de Tu casa…?

 

También en el Bircat HaMazón suplicamos cada día: Y que reconstruya a Yerushaláyim, Tu ciudad pronto, en nuestros días; además, las plegarias que decimos en el Musaf de Shabbat, en las festividades y en Rosh Jódesh tratan particularmente de la petición de que sea reconstruido el Bet HaMikdash y retorne el servicio sagrado a su lugar…

 

El Gaón de Vilna dijo: “Puedo imaginar a un Rishón, también podría dibujar en mi mente la figura de un Gaón o de un Amorá o tal vez un Taná, pero no podría ser capaz de figurar ni entender la forma de vida y el comportamiento de un judío ordinario que vivió en la época en la que estaba firme el Bet HaMikdash…”. Le rogamos al Todopoderoso que tengamos el mérito de ver construido el Bet HaMikdash y que de allí emane la luz que sirva de referencia para poder orientar a todas las almas que se encuentran extraviadas en el exilio y se acerquen a la fuente de luz a fin de poder vivir con santidad y pureza, y retorne la integridad de los seres humanos. Para que seamos todos testigos de la manifestación Divina en el mundo. Que podamos subir a Yerushaláyim y ver a los Cohanim realizando el Servicio sagrado, acercando los sacrificios, con todo el pueblo de Israel a su alrededor, que sea pronto en nuestros días... ©Musarito semanal

 

 

 

[1] Melajim I 6:22 y 6:29-30.

 

[2] Metzudat David.

 

[3] Sanhedrín 20b.

 

[4] Sucá 51b.

 

[5] Ver Rashí en Bereshit 22:2.

 

[6] Bereshit 28:17.

 

[7] Vayikrá 23:9-14.

 

[8] Ibid. 23:16-17.

 

[9] Shemot 25:30; Vayikrá 24:5-8.

 

[10] Pirké Abot 5:5.

 

[11] Debarim 17:8-9.

 

[12] Yesha'ayiá 2:3.

 

[13] Ver Zebajim 54b.

 

[14] Talmud Nedarim 39b.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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