4.6 “ 'Ad Sheyafúaj Hayóm Venásu Hatzelalím, Élej Lí El Har Hamór Veel Giv'át Haleboná”.

 

“Hasta que el día desvanezca y se disipen las sombras, me dirigiré al Monte de la mirra y a la colina del olíbano”.

 

 

En Breve:

 

El Creador expresa que por la bondad de las acciones de Su amada y por el elogio que se encuentra en ella desde antaño, se apurará a posar Su Presencia en el Bet HaMikdash, que es el lugar donde se yerguen las columnas de humo del Ketóret (incienso) que se ofrecía como parte del servicio que estaba compuesto, entre otras especias la mirra y el olíbano, (eran once especias aromáticas).

 

Profundizando:

 

Hasta que el día desvanezca,[1] quiere decir, en el ocaso del día. El Todopoderoso se dirige a Israel: “Por tu talento y la belleza que han estado en ti desde que te formaste como nación; más aún, sé que no has perdido la esperanza; y hasta que el sol se hinche en el horizonte de la tierra para hundirse, y se disipen las sombras, quiere decir, en el momento de la tarde cuando la sombra de las cosas sea ya larga me dirigiré al Monte de la mirra[2] Un monte del cual brota el humo y el incienso, refiriéndose al Bet HaMikdash.

 

 

 

Enseñanza ética:

 

En el Talmud aparece la despiadada escena cuando los romanos estaban torturando a Rabbí 'Akivá, antes de morir él recitó el Shemá' Yisrael y mientras pronunciaba la palabra Ejad (es Único), su alma ascendió al Cielo. En ese momento se armó una conmoción y los ángeles se dirigieron al Creador y preguntaron: ¿Esta es la recompensa por estudiar Torá? No podían comprender cómo un sabio tan ilustre podía ser sometido a semejante sufrimiento y morir ejecutado con tanta brutalidad. El Todopoderoso les advirtió que, si no se callaban, tendría que retornar el mundo al estado inicial de la tierra, en el primer día de la Creación; en hebreo Tohu Baboú (o sea el caos primigenio), en el que estaba antes de la Creación.[3]

 

Un rey ordenó a su sastre que le confeccionara un atuendo magnífico. Le proporcionó el oro y la plata que necesitaba para labrar los hilos con los cuales confeccionaría una prenda verdaderamente exquisita. El sastre se dedicó de cuerpo y alma a esta labor y produjo un atuendo perfecto, exactamente lo que el soberano deseaba. Algunos de los sirvientes sintieron envidia del sastre, así que esparcieron rumores falsos de que se había embolsado parte del oro y la plata, y que los había reemplazado con otros materiales más baratos. El rey se enteró de las acusaciones y ordenó que el sastre compareciera ante el trono. El sastre insistía que era inocente, pero el rey quería que lo demostrara. “La única forma de demostrar que soy inocente”, dijo, “es desarmar la prenda y mostrarle cada hilo de la misma. Es lo único que puedo hacer, de lo contrario, jamás podré demostrarle que está confeccionada íntegramente con los materiales que me fueron proporcionados.

 

El Santo Bendito sea Su Nombre les respondió a los ángeles que para que ellos comprendieran lo que estaba sucediendo, tendría que desentramar todo el universo, desde el momento de la Creación y mostrarles cómo cada suceso que ocurre encaja con un plan minuciosamente diseñado para cada una de las creaturas. Él siempre tiene delante Suyo el presente, pasado y futuro y para los demás seres resulta imposible comprender lo complejo de la estructura. Sólo en muy contadas ocasiones especiales se nos permite ver solamente algunas piezas fugaces del enorme rompecabezas.

 

En una convención de Torá UMesorá, Rab Abraham Mordejay Segal contó la historia de un hombre que estaba alojándose en la casa de un rabino en Francia. “Casualmente” abrió una cortina y vio que detrás de esta se encontraba una pequeña puerta. El Rabino, al percatarse, le pidió que cerrara de inmediato la cortina. Este hombre preguntó si había algún problema, así que el rabino se ofreció a contarle la historia de la pequeña puerta.

 

Cuando él y su esposa se mudaron a esta ciudad, no había una Mikvé (alberca ritual), así es como su esposa tenía que viajar varias horas hasta llegar a la Mikvé más próxima. Intentaron recaudar fondos para construirla, pero no tuvieron éxito. Finalmente decidieron convertir una de las habitaciones de la casa en una Mikvé. El problema era que no contaban con los fondos suficientes, así que resolvieron racionar inclusive sus porciones de comida, fueron ahorrando hasta el último centavo durante cinco o seis años, hasta que lograron reunir suficientes fondos para iniciar el proyecto. Sólo pocas semanas después que este había sido finalizado, su hijo de dos años accidentalmente se introdujo en la Mikvé y murió ahogado.

 

   “Estábamos contra el piso”, dijo el rabino. “Sacrificamos tanto por esta Mitzvá, y nos sucedió esta tragedia…”. Hablamos con muchos rabinos grandes, pero no lográbamos encontrar el consuelo.

 

Una noche, sin embargo, el niño se le apareció a su padre en un sueño. El niño le dijo que su tristeza por la tragedia le estaba causando mucho dolor a su alma. “No entiendes”, le explicó el niño. “Yo ya viví hace más de 900 años. Fui uno de los Baalé Tosafot (autores del comentario impreso en el costado de las páginas del Talmud) y morí asesinado durante una ola de violentos ataques contra los judíos de Francia. No pude ser purificado en una Mikvé ni fui sepultado como manda la Ley judía, y por eso mi alma no pudo llegar al lugar que me correspondía en el Gan Éden (el Paraíso del Éden). Durante todos estos años mi alma ansió para que se construyera la Mikvé más pura posible, una preparada exclusivamente en el Nombre de D-os. Esa Mikvé era la tuya. Ahora que pude ingresar a esa Mikvé y fui sepultado correctamente, logré ser admitido al lugar más esplendoroso del Cielo. Para demostrarte que esto es verdad, te anuncio que tendrás una bebita dentro de este año, en mérito de la forma tan meticulosa en que mamá observa la Mitzvá de Jalá. La esposa del rabino se despertó en la mañana siguiente y le dijo que había soñado con que amasaba la harina y separaba la Jalá (la porción de la masa). Como era de esperarse, ese año el Creador bendijo a la pareja con una hermosa y saludable bebita.[4]

 

     El Creador ejerce control absoluto sobre nuestras vidas, no hay nada en el universo que impida que se cumpla Su Voluntad. No obstante, Él se oculta detrás del escenario para permitirnos vivir con libertad absoluta de elección, es decir, ejerciendo nuestro libre albedrío. Llegará el momento en el que el día desvanezca, cuando el descendiente de David se revele y la Presencia Divina se descubra, entonces se disiparán las sombras, será retirado el velo de la naturaleza, y todos los sucesos aparentemente negativos serán despejados y podremos constar que en realidad todo, absolutamente todo, fue hecho para el bien de cada una de las creaturas. Que tengamos el mérito de poder apegarnos a Él y tener el mérito de poder ser partícipes de la Revelación Divina en nuestros días. ©Musarito semanal

 

 

 

“Y los redimidos del Eterno regresarán, y vendrán a Tziyón con canto, y habrá alegría eterna sobre sus cabezas”.[5]

 

 

 

 

 

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[1] Lit. ensanchar. Se refiere a la hora del atardecer donde el sol se aprecia más grande.

 

[2] Ver Notas 137 y 139.

 

[3] Berajot 61b.

 

[4] Extraído del libro “Vivamos con Emuná”, página 321; Rab David Ashear.

 

[5] Yesha'yá 35:10.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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