INTEGRIDAD
"y entre sus hombros reside”. Debarim 33:12
Esta es la última Perashá con la que completamos un ciclo más de la lectura de la Torá. Moshé se despide de su Pueblo alabándolo con tres caracteristicas distintivas de Israel: Que Hashem habita en su seno. Que aceptaron sin condiciones la Torá. Y que reconocen la soberanía de Hashem en el universo.[1] Entonces procedió a bendecir a cada una de las tribus. Una de las más significativas es la que dio a Biniamín, le dijo: Amado del Eterno morará en seguridad junto a Él; lo cubre todo el día y entre sus hombros reside.
¿A qué se refiere?
El Bet HaMikdash estaba construido en la parte que correspondía a Biniamín, es por este motivo que él recibió su bendición inmediatamente después que Levi, la tribu a cargo del servicio. Además que el Mishkán (Tabernáculo) provisional que se había establecido en Shiló estuvo más de doscientos años en el territorio de Efraim y fue hasta que Yerushalaim fue establecida como el sitio donde la Presencia Divina residiría: lo cubre todo el día, es decir para siempre,[2] no se movería de allí ni aun que el Templo fuera destruido. Es por esto que el Midrash afirma[3] que la Shejiná Presencia Divina, nunca se movió del Muro Occidental.[4] El Midrash también explica por qué Biniamín recibió este privilegio: Primero porque fue el único de los descendientes de Yaacob que nació en la Tierra de Israel.[5] Él no participó en la venta de Yosef. Consoló a su padre en su vejez. Por su alto grado de integridad moral, fue el mejor candidato para que Hashem posara su Presencia para morar en su territorio. Él reflejaba las virtudes y la entereza moral que el sitio del Templo pretendía fomentar.[6]
El pueblo judío fue designado para dedicar su vida el servicio de Hashem: Pues un Pueblo sagrado eres tú para Hashem. Y a ti te escogió para ser para Él por pueblo atesorado de entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra.[7] Lo servimos tan cerca que en nuestras Tefilot (plegarias) nos dirigimos a Él en la segunda persona del singular: no usamos el "Usted" sino el "Tú" (Bendito eres Tú, Hashem...). Nos entregó Su Torá, en la cual plasmó
las leyes y las normas sociales con las cuales podemos relacionarnos armoniosamente entre Hashem y entre las personas. Todo Yehudí está obligado a ser el arquetipo de la fe, mostrando una conducta intachable, siempre apegada a los lineamientos de la Torá. Su proceder debe ser justo, educado, honesto, íntegro, generoso y sensible; Hashem espera de él un comportamiento digno de imitar, esta es la mejor y más efectiva forma de mostrar a todas las criaturas que el mundo tiene un Creador y Conductor y la mejor forma de hacerlo es por medio de nuestro comportamiento: viviendo, vistiendo, comiendo y haciendo todas nuestras actividades siguiendo los lineamientos del Shulján Aruj, esto es mucho más efectivo que cualquier palabra, discurso o proselitismo, nuestro compromiso es ser la luz de las naciones.[8] Cuando los gentiles ven que los judíos procedemos con integridad y honestidad moral, y cuidamos con devoción y no traicionamos nuestros principios religiosos, estaremos cumpliendo nuestra misión de santificar el Nombre Bendito de Hashem.
Un Abrej paseaba por el norte de Eretz Israel, en los días de vacaciones. Fue con su familia a la ciudad de Mirón, donde se encuentra la tumba de Rabí Shimón Bar Yojai. Saliendo del lugar, no calculó bien la maniobra y golpeó ligeramente un automóvil que estaba allí estacionado. Bajó del auto y revisó el daño que le había hecho al otro auto. Comprobó que el golpe no había sido grave, sin embargo una de las micas traseras se había roto. Él sabía que probablemente la luz no encendería y esto podría ser causa de una infracción o peor aún de algún accidente. Tomó una hoja de papel, escribió el detalle del daño y dejó sus datos personales para responder por el daño ocasionado.
Fueron a descansar al hotel donde se hospedaban y de repente escuchan que golpean a la puerta. El Abrej abre la puerta, y se encuentra con un hombre con una cámara fotográfica en mano. “Me imagino”, dijo, “que tú eres la persona que me dejó una hoja de papel en el automóvil. Debes saber, que desde el momento en que leí lo que estaba escrito en el papel, le comenté a mi señora y a mis
niños, que yo no creía en la verdad de lo que estaba escrito en el papel, cuando vi el daño tan pequeño, me convencí que la nota era verdadera, y que debía conocer a quien la había dejado para fotografiarlo y al observarla y decirme a mí mismo: ¡así es como necesitas comportarte...! Demostraste con tu acción que el mundo no está abandonado, que hay un Juicio, y hay un Juez, y que hay personas que pueden ver esta realidad a simple vista, y que están dispuestos a sacar dinero de sus bolsillos aunque nadie se los pida”. El Abrej le preguntó: “¿Qué quieres decir con eso de que uno da dinero sin que nadie se lo pida? ¡Hashem me lo exige…!”. El hombre movía de un lado al otro la cabeza, mostrando asombro, antes de despedirse, le dio un beso en la frente y exclamó: “ahora sé que hay un D-s en el pueblo de Israel”. Al día siguiente, el hombre fue al taller y regresó para cobrar el monto del arreglo. El hombre se despidió y siguió su camino...
Pasaron unos meses, un viernes en la mitad de la tarde, el Abrej escucha que golpean a la puerta de su casa. Afuera, estaba parado un matrimonio, el dueño del automóvil y su esposa... “Después de ver tu conducta, hemos decidido acercarnos a nuestras
pueblo de Israel, nosotros queremos también ser parte de ello…[9]
Dichosa la persona que le hace una bonita residencia a la Presencia Divina en su corazón. Bienaventurado aquel que tiene siempre presente que Hashem lo observa. No solamente Él mira tú comportamiento, aunque no te des cuenta mucha gente también lo hace, y no te imaginas el efecto que puede causar todo acto que tú realices. Un honesto proceder podrá ser un ejemplo de vida para mucha gente y lo contrario también puede significar su perdición…
El bien más valioso que un ser humano pueda poseer es la confianza que puede generar entre sus semejantes. De no lograrlo, nadie se animará a entablar una relación seria con él, y nadie querrá involucrarse en cosas en las cuales también él esté involucrado. Los judíos "llevamos" el nombre de Hashem, y por lo tanto, somos responsables de no defraudar ni profanar Su nombre. Son principalmente nuestras acciones las que afectan para un lado o para el otro el prestigio y la reputación del Nombre de Hashem que todo judío lleva consigo.
¡Qué enorme responsabilidad llevamos sobre nuestros hombros!
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“Al fin y al cabo, cuando ya se consideró todo, a Hashem hay que temer y a sus Mitzvot hay que cuidar. Pues ésa es toda la obligación de la persona."[10]
[1] Ramban
[2] Rashí
[3] Sifrí
[4] Beer BaSadé
[5] Los demás nacieron en Aram, mientras que Yaacob trabajaba para Labán
[6] Rab Hirsh
[7] Debarim 14:2
[8] Yeshayá 49:6
[9] Barejí Nafshí
[10] Kohélet 12:13
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