Debemos vivir con la certeza DE que todo proviene de Hashem

 

Perashat Pinejás

 

 

 “Este es el número de descendientes de Dan según sus familias… sesenta y cuatro mil cuatrocientos” (26:42-43).

 

“Estos son los descendientes de Biniamín según sus familias… cuarenta y cinco mil seiscientos” (26:41).

 

 

 

Hashem anuncia la guerra contra los midianitas, quienes habían hecho pecar y provocaron la muerte de varios de los miembros de Am Israel. Antes de la movilización, Moshé y Elazar recibieron instrucciones de realizar un nuevo censo de la población (el anterior había sido hecho treinta y ocho años antes).

 

Ahora que la conquista de Kenáan estaba a la vista, era imprescindible que Moshé constatara no sólo el número de hombres capacitados y disponibles para la guerra, sino también el de los integrantes de cada tribu. Esto resultaba necesario para la repartición de la Tierra Prometida entre las tribus. La cantidad total de israelitas varones mayores de veinte años, es decir, sujetos al servicio militar, ascendió a seiscientos siete mil setecientos treinta.

 

La extensión de la tierra por adjudicar a cada tribu debía ser proporcional a la cantidad de sus miembros y su ubicación geográfica sería resuelta por sorteo. Los Leviím, que no participaban en la división de la Tierra, fueron contados por separado.

 

Vemos en estos versículos que hay una gran diferencia entre los miembros de cada una de estas tribus. ¿Qué lección para nuestras vidas podemos extraer de la comparación entre estos dos números?

 

El Jafetz Jaim explicó lo siguiente: “Biniamín tuvo diez hijos y Dan solamente uno, llamado Jushín. Aun así, ¡Dan tuvo muchos más descendientes que Biniamín!”. Aquí encontramos una gran enseñanza: cuando Hashem quiere que alguien tenga éxito en la vida, lo tendrá aun cuando a primera vista parezca tener menos oportunidad que otros.

 

Todos debemos esforzarnos para alcanzar nuestras metas, pero sin dejar de percibir que el éxito final no estará en nuestras manos, sino que todo depende completamente de Hashem. Nunca dejemos de apreciar lo que poseemos, pues más allá de todo, esto también fue un regalo del Todopoderoso. Un hombre sabio cierta vez preguntó: “Si tú no aprecias aquello que tienes, ¿cómo apreciarás cualquier otra cosa que vayas a recibir?”.[1]

 

El Baal Shem Tob viajaba junto con sus discípulos. Era un día extremadamente caluroso. El agua se había terminado y no se veía ninguna fuente del vital líquido a la vista. “Maestro”, dijo uno de sus alumnos, “¿qué vamos a hacer? Tenemos que conseguir agua.” Dijo el Baal Shem Tob: “Si tienen bitajón (confianza en Hashem), tendremos agua”. El día se tornó en noche, y la noche en día. “Maestro, tenemos que conseguir agua”, dijo el discípulo. Dijo el Baal Shem Tob: “Si tienen bitajón, tendremos agua”.

 

Al tercer día vieron a un pastor a la distancia. El pastor se acercó al Baal Shem Tob y le comentó que estaba buscando su rebaño. El Baal Shem Tob cerró los ojos. Tras unos instantes, volvió a abrirlos y dijo al pastor: “Tus ovejas están allí”, y señaló al sur. “Te llevaré con ellas.” Tras unos minutos de caminata llegaron al rebaño, que bebía agua junto a un arroyo.

 

El pastor dijo al Baal Shem Tob: “Estuve buscando a estas ovejas tres días. No sé cómo agradecerle”. El Baal Shem Tob asintió con la cabeza. Rebi Pinejás MiKoretz, uno de sus alumnos, se acercó a él. “Maestro”, dijo, “es obvio que Hashem nos envió a este pastor para que llegáramos al agua. Pero hay algo que no comprendo. ¿Por qué el pastor tenía que ir y venir durante tres días? ¿Por qué no pudo haber perdido las ovejas hoy mismo?”

 

“Ese pastor estuvo deambulando en círculos estos tres días, a la espera de que ustedes tuviesen confianza en el Todopoderoso. Podría haber venido ayer. Podría haber venido anteayer. En cualquier momento Hashem podría habernos enviado al pastor. Pero no ocurrió hasta ahora, cuando por fin tuvieron bitajón.”

 

La esencia del concepto de bitajón (confianza) en Hashem consiste en que la persona esté convencida en su corazón de que todo está en manos de Él, que puede cambiar la naturaleza y la suerte de la persona, y que no hay nada que Le impida salvarla de sus problemas y tribulaciones, incluso si el sufrimiento está muy cerca de él, pues los caminos de Su Providencia son ilimitados. Y por cuanto que el bitajón es un principio fundamental de entre todos los principios de la Torá, encontramos que la Torá está basada en él.”[2].©Musarito semanal

 

 

“La Emuná es el precepto, mientras que el Bitajón es convertir aquel precepto en acción.”[3]

 

 

 

 

[1] Growth Through Torah, Rab Zelig Pliskin; Meor Shabat, Rab Kalman Packous, págs. 163-164.

 

[2] Rabenu Yoná, en su comentario sobre el libro de Mishlé 3:26.

 

[3] Jazón Ish.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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