Perashat noaj
¿ladron yo…?
“y la tierra se había llenado de robo” 6:13
Dijo Rabí Yojanán: veamos qué grande es la fuerza del robo; a pesar de que en la generación del diluvio prevalecía la perversión ética y moral, cometían todo tipo de asesinatos, corrupción sexual e idolatría. Sin embargo, no fue sellada la sentencia del exterminio bajo las aguas del diluvio, hasta que fueron juzgados por el delito de robo, como lo indica el versículo: “El fin de todo ser de carne ha llegado ante Mí, pues la tierra se ha llenado de extorsión a causa de ellos; y he aquí que Yo los destruiré de la tierra”.[1] Antes del diluvio, la gente vivía en medio de una gran abundancia, poseía una fuerza física enorme, el clima era perfecto, todo era exuberante; no había enfermedades, una cosecha perduraba 40 años. A pesar de que ya no vivían más en el Gan Eden, su estilo de vida era semejante, no conocían sufrimiento de ningún tipo. El ser humano comenzó a actuar bajo su propia definición del bien y el mal y no robaba por necesidad, lo hacía por gusto, generalmente cuando existe abundancia y bendición y el hombre se exenta de sus obligaciones, es cuando comienza a pecar y una vez que desarrolla este hábito, gradualmente va perdiendo la vergüenza y la conducta inmoral y se vuelve una norma aceptada.[2] Cuando deseaban apoderarse de un objeto ilícitamente así es como procedían: Una multitud rodeaba a un sujeto y hábilmente sustraía cada uno un objeto que valía menos de la cantidad por la cual serían sometidos a juicio, de esta forma la víctima no podía reclamar ante el juez, robaban utilizando la ley… al hombre no le quedaba más que hacer lo mismo y así se engendró la corrupción…[3]
¿Qué tiene de especial el robo, que Hashem se comportó tan severo con ellos?
Debemos saber que la conducta humana es la expresión del carácter, de las ideas y motivaciones de cada uno en lo profundo de sí mismo. Quien quiere ser generoso, siempre podrá expresar su generosidad en todo tipo de situaciones. Quien quiere ser egoísta, siempre tendrá argumentos válidos para fundamentar su conducta. Todo depende del carácter y de la cualidad de cada uno. Cuando Hashem vio que en lugar de dedicar la bendición y la energía que recibían para servirlo y para brindarse a los demás, ellos hicieron lo contrario. Hashem no se apiado de ellos como lo hizo con los demás pecados que venían haciendo porque ellos tampoco se apiadaron de sus semejantes, y quienes no se apiadan de los demás, no merecen que Hashem se apiade de ellos,[4] y por eso decretó: ¡Ustedes no merecen tanta abundancia! ¡No merecen tener semejante bendición! Entonces llega el diluvio y extingue la abundancia y la bendición de la tierra. Debido a que el robo entra en todo lo relacionado entre el hombre y su compañero. Cuando Hashem creó el mundo, estaba cubierto de agua, Hashem separó las aguas, creó al hombre y le entregó el mundo en sus manos, sin embargo, no tardó en corromperse, Hashem dijo: “prefiero regresar las aguas a su antiguo puesto, pues aunque son inertes, son mejores que estos humanos ingratos…[5] Otro motivo dice que cuando Hashem envía lluvia de prosperidad al mundo, cada gota cae lentamente sin mezclarse con la otra. En el diluvio cada gota se mezclaba con la otra, esto para enseñarnos que así como cada ser quería invadir y apropiarse de lo que no le pertenecía, así cada gota enfrentó a la otra, cruzando su frontera hasta que juntas inundaron el mundo.[6]
Encontramos en el tema de los Korbanot algo sorprendente: Cuando una persona deseaba acercar un ave como ofrenda, el Cohén debía cercenar la cabeza del ave y le quitaba el buche,[7] (una bolsa en el gaznate donde las aves guardan el alimento antes de pasarlo al estómago).[8] Dijo Rabí Tanjumá ben Janilai, este pájaro que vuela por todo el mundo y come en todo lugar; dice Hashem: siendo que su buche está lleno de cosas robadas, ¡que no sea traído al altar! Por otra parte, una ofrenda de un animal doméstico terrestre, el cual únicamente se alimenta de lo que le da su dueño, es ofrendado completo”.[9] Así como Hashem aleja del altar el buche del pájaro, y no puede ser ofrendado ante Él pues es un elemento del robo, así también alejará al hombre que tiene en sus manos algo robado, quien no podrá presentarse ante Él y no tendrá el mérito de presentarse frente a Él.[10] De aquí se aprende que una de las principales causas que impiden que las plegarias sean recibidas es sin duda el grave pecado de robo: Quien tiene en sus manos cosas mal habidas, lamentablemente aunque clame y suplique, sus plegarias no tienen lugar.[11] Esto es debido a que el acusador más grande que puede tener la persona es la inculpación de robo. Como dice el Jafetz Jaim: En el Cielo no rechazan el clamor y los ruegos de quien es robado. [12]
Este asunto requiere de una especial y particular atención, especialmente en lo que respecta a los bienes comunes, y de nuestros vecinos. Robar no solamente es cuando alguien sustrae un objeto de otra persona, la línea que separa un acto lícito de lo contrario es mucho muy delgada…. Por ejemplo: tomar un libro para leerlo sin permiso. Encender el aire acondicionado o la calefacción en un lugar público molestando a los demás. “Robarle” a otro su tiempo adelantándose en la fila. Estorbarle el lugar donde estaciona su auto. Detener un elevador. Despertar a sus vecinos, o aún hacer ruido en su casa en el horario de descanso. Robarle alguna idea y así podríamos citar una gran cantidad de acciones en las cuales el infractor puede considerar como insignificantes, y por lo tanto no siente cargo de conciencia, pero ante los Ojos de Hashem, esto se considera un acto corrupto y es tan grave que fue lo que trajo el cataclismo del diluvio al mundo…. Seguramente muchos de nosotros hemos tropezado en alguna de estas cosas. ¿Qué podemos hacer para enmendar esto? Primero que nada los Jajamim recomiendan que al dedicarse al comercio, se debe hacerlo con verdad y Emuná, sin ocultar la realidad. No debe pensarse que si trabaja de forma honesta tendrá pérdidas. Por el contrario, si obtiene sus ganancias de forma ilícita, este ingreso no tendrá un futuro prometedor. Pues la riqueza no depende de la picardía o del esfuerzo, ya que muchos se han esforzado sin éxito, y aunque veamos muchas personas que triunfan de este modo, finalmente perderán su riqueza.[13]
Segundo, si sabemos a quién dañamos hay que resarcir el perjuicio devolviendo lo que no es nuestro, si no tenemos idea de quién fue el damnificado, también existe una solución. Primero hay que hacer Tefilá para que Hashem nos permita corregirlo, si realizamos trabajos comunitarios, en algún momento la persona afectada puede recibir parte de eso. Cierto hombre había cometido un delito, para resarcir al desconocido perjudicado, decidió donar unos bancos bien mullidos y confortables para el salón que hay junto a la tumba de Rabí Shimón Bar Yojai. Rab Zilberstein se encontraba rezando frente a la sagrada tumba y escuchó como uno de los visitantes exclamaba agradecido a quien los había puesto allí, atando cabos se descubrió que este hombre había sido la víctima del donante arrepentido y como la Teshubá siempre está al alcance de quienes quieran alcanzarla, Hashem dispuso que con la satisfacción recibida la deuda quedara saldada.[14]©Musarito semanal
“Muchas veces lo cómodo nos hace olvidar lo correcto.”
[1] Bereshit 6:12
[2] Ver Debarim 32:15
[3] Sanhedrin 108a; ver Baba Kama 62a
[4] Rab Yosef Shaul Natanson
[5] Rab Mordejay Babor
[6] Keli Yakar
[7] Vayikrá 1:16
[8] Ver Rashí en Zebajim 65a
[9] Vayikrá Rabá 3:4
[10] Rabenu Bajie
[11] Yesod Veshoresh Haabodá
[12] Ver Mishná Berurá 606:1; Vayikrá Rabá 33:3 y Sefat Tamim 3
[13] MeAm Loez , Ki Tetzé 25, pág. 973
[14] Rab Yitzjak Zilberstein en su libro Tubja Yabiu
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