NUESTRA MEJOR DEFENSA

 

 

“Edificó allí un altar, y llamó en el Nombre de Hashem“. 26:25

 

 

Yitzjak radicaba en Eretz Israel, Hashem envió una hambruna en la tierra, ésta fue más severa que la que sufrió en su tiempo Abraham. Yitzjak decidió descender junto con toda su familia a Egipto, tal como lo había hecho su padre, pero Hashem le dijo que no saliera de la tierra de Israel (en ese entonces aún se llamaba Kenáan), porque no era digno de alguien que fuera ofrendado como Holocausto saliera de la Tierra Santa. El Creador le encomendó que se quedara en las tierras de los filisteos, precisamente en Guerar.

 

Luego, Yitzjak tuvo problemas en esas tierras con los siervos del rey Abimelej, quienes mostraban envidia por el éxito que poseía; su ganado lanar y vacuno había alcanzado un enorme número de animales. Obstruyeron y llenaron de tierra los pozos que había cavado Abraham, y como ahora Yitzjak y su gente los habían abierto nuevamente, reñían con ellos. Esta causa implicó que decida mudarse a Beer Sheva.

 

Hashem se le apareció esa misma noche y dijo: No temas, pues estoy contigo. Yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia a causa de Abraham, Mi siervo. Explica el Seforno que hasta ese momento todo el éxito que había obtenido Yitzjak era gracias al mérito de su padre, quien le dio la espalda a un mundo de maldad para transformarse en el representante de la verdad en el mundo y dedicó su vida a propagar el Nombre de Hashem; entonces edificó allí un altar, e invocó el Nombre de Hashem y después que Yitzjak lo hizo, la bendición comenzó a llegarle por mérito propio.

 

Algunos confían en las carrozas y otros en los caballos; pero nosotros, el Nombre de Hashem invocaremos.[1] En los últimos años Israel ha sido atacado con una ola de terrorismo que ha destrozado cientos de familias, han asesinado cruelmente a personas inocentes: madres con sus hijos, mujeres embarazadas, bebes, niños y jóvenes... ¿Por qué? ¡Solo por el simple hecho de que somos judíos…! Ellos buscan imponer su doctrina con la fuerza del cuchillo y el fuego; con sangre y violencia, el judaísmo es la antítesis de todo esto. Cuando hay un ataque terrorista en Israel, todos lo sentimos, porque cada judío es responsable el uno por el otro.[2]  ¡Esta es nuestra fuerza y protección! Es el único refugio que tenemos contra la amenaza que se cierne sobre nosotros….

 

  El rey esperaba impaciente la llegada de su invitado especial, un judío al que apreciaba mucho y tomaba muy en cuenta su opinión. La envidia de los ministros, jueces y consejeros se reflejaba en sus caras. Urdieron un plan para hacerle pasar un mal momento al judío. Sabían que en el trayecto al palacio había un vado, que lo obligaría a disminuir la velocidad de su vehículo, apostaron allí a unos niños y les ordenaron que cuando pasara el carro le gritaran: “¡Judío! ¡Judío!” con la intención de ofenderlo y ofuscarlo. Tal y como lo habían planeado, el carro redujo su velocidad, los niños gritaban: “¡Judío! ¡Judío!”. Él hombre le pide al chofer detener el vehículo y los niños se asustan temiendo la reprimenda, pero para su sorpresa, les entrega varias monedas y reanudan la marcha. La noticia llegó rápidamente a oídos del rey y le dice al Yehudí: “Voy a pedir a mis guardianes que escarmiente a los niños que te molestaron y ofendieron cuando venías para acá”. El judío lo miró sorprendido y le contestó: “¿Ofendieron?  ¡Por favor!  Hoy fue el día más feliz de mi vida. Y esto quiero decirlo en voz alta para que todos sepan de mis sentimientos: “Yo nací judío, me crie como judío, pero mis ambiciones, me fueron llevando lejos de mis hermanos de sangre. Me alimento como ustedes, descanso el día que todos descansan y en verdad hasta yo mismo me siento como todos ustedes, pero siempre una voz interior me decía: ¡no te pierdas…! Les confieso, no sabía cómo retornar a mis fuentes. Hoy, gracias a esos niños, encontré la solución. Yo pensaba que ya había perdido mi identidad, esos niños me dijeron lo que hace tiempo quería escuchar: ¡Judío, tú eres judío! Fue tal mi alegría que todo lo que tenía se los regalé, y si hubiera tenido diez veces más también se los hubiera dado…. Hoy sé que sigo siendo judío y tomé la decisión de alejarme de la corte y volver a mi familia, a mis hermanos.

 

 

 

Alguien que necesita que lo agredan, lo ofendan física o verbalmente para que sepa quién es, no es una buena señal. ¿Por qué?  Debido a que si nada le hace recordar lo que es, muy probablemente él mismo olvidará su origen, se asimilará y se perderá, debido a que su identidad depende de otros y no de él mismo. Pero en el otro caso, el que sabe que es judío y está contento por sí mismo, por la Torá que estudia, por las Mizvot que hace, nunca se perderá. Él sabe, siente, que entre miles de millones él es alguien quien Hashem eligió. ¡Es un orgullo ser hijo y súbdito de Hashem! Cada vez  que antes de comer algo dice su Berajá, cada vez que se pone el Talet, cada vez que prende las velas para Shabat, cada vez que come Kasher, cada acción lo está uniendo a Hashem; esto muestra que para él lo más valioso es haber nacido judío y bajo ningún concepto cambia su identidad. Abraham Abinu, reveló al mundo la Presencia de Hashem, y lo manifestó propagando y llamando a la humanidad para servirlo. Yitzjak comprendió que su misión en la vida era proseguir la labor de su padre y al erigir un altar para Hashem, se le apareció y lo protegió de sus enemigos y lo colmó de bendiciones. Esto es lo mismo que Hashem espera de nosotros…

 

Si tú, querido lector, tuviste la fortuna de haber encontrado el camino de la verdad. Si eres de los que saben abrir un libro para hacer Tefilá como corresponde. Si tú puedes interpretar un versículo, y comprender las hermosas y formativas definiciones que nos ofrecen los Jajamim a través del Talmud, ¡Compártelo! Propaga y difunde estos hermosos valores…

 

Un empleado de la compañía de luz, se encontraba en el centro de control principal, leyendo plácidamente un libro. De repente, uno de los interruptores principales recibió una fuerte descarga, provocando que la cuchilla que acoplaba la corriente se desconectara. En ese momento, la ciudad entró en caos, todos se quedaron sin el suministro de energía eléctrica: los instrumentos vitales de los hospitales dejaron de funcionar, muchos se quedaron atrapados en los elevadores, los accidentes en las calles no se hicieron esperar y los ladrones cantaban de alegría al paso que hacían su trabajo con éxito. Para que todo retornara a la normalidad era tan sencillo como subir de nuevo la cuchilla de interruptor y restablecer así el suministro de la energía. Sin embargo, el “hábil” empleado caminó rápidamente en medio de la penumbra, tomó su mochila, sacó una pequeña linterna y con ella pudo continuar su placentera lectura: “Suficiente con que yo tenga luz, ¿por qué he de molestarme por los demás…?”.[3]

 

La esencia de Israel es su unidad, pues solamente en un ambiente de fraternidad Israel será capaz de cumplir con el objetivo de reflejar la Unidad del Creador, quien Une a todos los objetos y seres en Uno Solo.

 

Cuando Yaacob Abinu se encontraba en su lecho de enfermo, convocó a todos sus hijos para conferir a cada uno una bendición basada en su carácter y cualidades, deseando que cada cual cumpliera con su misión en particular. A Shimón y Levy los amonestó: “Ustedes son hermanos, sus armas son instrumentos robados”.[4]  Ellos habían asesinado a la gente de Shejem, cuando fueron a rescatar y a vengar a su hermana Diná.[5]  Yaacob les quiso decir: Las armas y la violencia le fueron conferidas a Esav y no a ustedes.[6]  Cuando Esav y sus descendientes y el resto de las naciones salen a la guerra, lo hacen pertrechados con todas sus armas, mientras que el pueblo de Israel sale a la guerra armado únicamente con el Nombre de Hashem….[7]©Musarito semanal

 

“Mejor es la sabiduría que las armas de guerra”.[8]

 

 

 

 

 

 

 

 

1 Tehilim 20:8

 

2 Shevuot 39a

 

3 Extraido de Maayaán HaShabúa

 

4 Bereshit 49:5

 

5 Bershit 34:26

 

6 Rashí

 

7 Merosh Hamaná; Rab Eliezer Menajem Man Shaj

 

8 Kohélet 9:18

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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