Perashat Vayerá

 

El Mundo cambia  por tu ejemplo no por tus palabras

 

 

“Y se quedó de pie junto a ellos, debajo del árbol, y ellos comieron”. 18:8

 

 

Abraham tenía 99 años, se encontraba sentado en la entrada de su tienda al calor del sol, convaleciente por la circuncisión. Estaba esperando que arribara algún huésped o viajante que le regalase el mérito de poder brindar su hospitalidad. Hashem había quitado el sol de dentro de su estuche provocando que sus rayos calentaran de sobremanera en el desierto, así la gente no saldría y no molestaría a nuestro Patriarca a atenderlos como huéspedes.[1] Y fue entonces que Abraham Alzó sus ojos y miró, y he aquí que tres varones estaban parados delante de él. Viendo eso, corrió al encuentro de ellos.[2] Él no sabía que se trataba de ángeles disfrazados de transeúntes árabes. Los invitó a pasar a su carpa: Les ruego no pasen de largo, será tomado ahora un poco de agua, y laven sus pies y recuéstense bajo el árbol. Yo tomaré una hogaza de pan para que ustedes sustenten su corazón.[3] Primero les hizo lavar sus pies porque en ese tiempo la gente pensaba que el polvo de sus pies era lo que les traía el sustento y le rendían culto,[4] una vez que disipó sus sospechas, les ofreció comida y los hizo descansar debajo del árbol.

 

¿Cuál fue la recompensa que recibió nuestro patriarca? Dice el Talmud: Todo lo que Abraham Abinu hizo personalmente para sus huéspedes fue reembolsado a sus hijos directamente por Hashem: Cuando salieron de Egipto y deambulaban por el desierto, caía diariamente Man del Cielo, esto fue en retribución al pan que les ofreció. Les dio de comer carne y gracias a eso los hijos de Israel recibieron el Selav, unas aves que llegaron para que pudieran comer carne. Gracias a la sombra del árbol que cubría a sus invitados del sofocante sol, sus hijos recibieron las Nubes de Gloria que los protegían, así como la columna de humo que los guiaban. Todo lo que él hizo por medio de un intermediario fue reembolsado por Hashem mediante un intermediario: el acto de servir el agua por medio de un enviado (Ishmael), Hashem les otorgó el agua a sus hijos también por medio de un enviado (Moshé).[5]

 

¿Por qué la acción de Abraham se la considero falta? ¿Qué hay de malo traer el agua con un intermediario? El Jafetz Jaím en su libro “Ahabat Jesed” trae dos razones: Es más meritorio realizar una Mitzvá personalmente antes de delegarla a otro.[6]

 

La manera de honrar a un invitado es cuando el anfitrión lo atiende y no con sirvientes; Más en este caso que eran ángeles, visitas tan importantes y aunque Abraham no lo sabía se le consideró una falta de respeto.

 

¿Por qué fue calificado incorrecto el hecho que haya pedido a su hijo Ishmael que trajera el agua? ¿Acaso el padre no tiene la obligación de involucrar y enseñar a sus hijos la Mitzvá de recibir invitados? Rab Moshé Fainshtein responde esta pregunta y nos deja una beneficiosa enseñanza. No tenemos duda que Abraham tenía muy presente esta obligación, pues la Torá lo atestigua: Pues lo he conocido porque él encomienda a sus hijos y a su casa a cuidar el camino de Hashem, con rectitud y justicia.[7] Entonces ¿Por qué no fue tan bien congratulado? Porque si lo que él pretendía era educarlo, debía ir él mismo a traer el agua ya que la mejor manera de educar es con el ejemplo.[8]

 

La conclusión de todo lo expuesto nos ayuda a comprender cómo debemos educar a nuestros hijos, inculcándoles el cariño y sentimiento por Hashem y las Mitzvot. Los niños son la abierta manifestación de los deseos ocultos de sus padres.[9] Lo principal en la educación es dar el ejemplo a los hijos, que ellos vean y aprendan de las acciones con las que se conducen sus padres. ¡Educar no se hace con palabras, sino con acciones! Es imposible enseñar a otros sobre el amor a Hashem, si uno no vive esta enseñanza. ¡No podemos vivir sermoneando a nuestros hijos sin que vean que nosotros practicamos aquello que predicamos! Aquello que tus hijos ven en tu conducta tiene un impacto mucho mayor en su educación que aquello que escuchan en tus sermones. Si tu hijo te ve levantarte por la mañana para ir al Bet Hakeneset para hacer Tefilá con alegría y emoción, se le quedará grabado ese amor por las Mitzvot, pero si muestras fastidio y cansancio, sin duda que él se comportará del mismo modo, pues los hijos ya sea para bien o lo contrario, generalmente tienden a imitar a sus padres.

 

Cierta vez le consultaron al Jazón Ish con respecto a un nuevo jardín de infantes que estaba por abrirse en una colonia de Israel. El jardín era una combinación de niños de familias observantes y laicas. El acuerdo al que habían llegado era de que la religión se manifestara en una de dos áreas: O en la elección del personal docente o en el aspecto del salón. "Si elegimos una maestra religiosa, entonces la decoración, las láminas de las paredes y el ambiente del aula serán seculares. Pero si colgamos cuadros de Rabanim en las paredes y decoramos la sala con los temas de las festividades judías, la maestra no será observante", Fueron a consultar al Jazón Ish, el Rab aconsejó optar por la decoración religiosa en las paredes. “Eso es lo que los niños ven. Eso es lo que más les habrá de influenciar….”.

 

No existe un premio más grande para los padres, que educar a sus hijos en el camino de la Torá, y hacerlos sentir el temor y el amor a Hashem. Y no existe castigo más grande que verlos liberales y faltos de respeto y educación tradicional judía.[10] Es lo que dice el versículo: Se corrompió a sí mismo, no a otros. Ése es el defecto de sus hijos; generación perversa y corrupta.[11] Esto quiere decir que los niños aprenden de las acciones de sus padres, y hasta las “perfeccionan”. Los hechos de los padres se reflejan en sus hijos.[12] Si el padre se permite transgredir una prohibición menor, el hijo desdeñará una mucho más grave. La falta de cumplimiento de una Mitzvá sin mucha importancia por parte del padre, provocará que el hijo deje de cumplir una Mitzvá fundamental.

 

Por eso los padres deben conducirse con mucho cuidado, y ser muy cuidadosos en su cumplimiento, pues si el padre respeta muy poco, el hijo las desconocerá, y el nieto continuará alejándose del judaísmo. Esto es a lo que se refiere el versículo: Cuando el padre se aparta de la Torá, cree al principio que se está corrompiendo a sí mismo, pero este defecto lo está transmitiendo a sus hijos y al final las generaciones posteriores serán perversas.[13]

 

Por el otro lado podemos encontrar que una educación con valores judaicos, basados en los lineamientos de nuestra sagrada Torá, con ejemplos claros desde la niñez llega a fructificar y a crear generaciones que conducirán a las siguientes y así hasta la llegada del Mashiaj. Cuando un hijo ve, por ejemplo, que en casa se dicen Berajot en voz alta, se honra al Shabat con comidas especiales, melodías, y todo un clima de alegría; cuando se cuida y se respeta la santidad del Bet Hakneset, guardando el silencio y el respeto que corresponde; cuando les mostramos que somos felices con el cumplimiento de las Mitzvot y no que es un peso sobre nosotros, todo esto lo absorben de una forma especial y pasa a ser parte de ellos mismos. Que Boré Olam nos brinde de su inteligencia para poder educar a las futuras generaciones en el camino de la Torá y las Mitzvot.©Musarito semanal

 

“El ejemplo no es la principal manera de influir en los demás; es la única”.

 

 

 

 

 

 

[1] Rashí

 

[2] Bereshit 18:2

 

[3] Ídem 18:5-6

 

[4] Yefe Tóar

 

[5] Bemidbar 20:1; Babá Metzía 86b

 

[6] Kidushín 41a

 

[7] Bereshit 18:19

 

[8] Peninim MiShulján Gaboa, 18:5; Rab Moshé Fainshtein

 

[9] Likute Maamarim 4

 

[10] El Saba MiKelem

 

[11] Debarim 32:5

 

[12] Sotá 34a

 

[13] Hameir I, pág 492

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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