Yerushalaim.
“Se apresurarán tus hijos”. Yeshayá 49:17
Este Shabat leemos la segunda Haftará de las siete de consuelo. Los Jajamim establecieron leerlas los siete Shabatot después de Tishá Beab. El profeta Yeshayá comienza con el lamento de los Hijos de Israel a causa del exilio, en donde aparentan estar abandonados. Hashem los consuela y los reanima, y hace lo mismo con Yerushalaim diciéndole que no sufra, que aunque parezca que sus hijos la han abandonado. Hashem la conforta: Dijo Tzión: “Hashem me ha abandonado. Mi Señor me ha olvidado. Hashem le asevera: ¿Puede una mujer olvidar a su bebé? ¿Puede acaso no ser piadosa con el fruto de su vientre? Aunque esto ocurriera, Yo nunca te olvidaré. He aquí sobre las palmas [de mi Mano] siempre te he llevado y tus murallas están siempre delante de Mí. ¡Verás que pronto saldrán tus hijos del exilio, y tus rivales y destructores se irán de ti! Levanta tu vista, y verás que todos se reunirán a tu rededor; ¡Lo juro! –Dice Hashem– que a todos tus descendientes los lucirás como joyas y te adornarán cual novia. [1]
Hashem consuela a Yerushalaim: Yo nunca te olvidaré: Un ser humano, en situaciones extremas, puede llegar a olvidar y abandonar algo que antes había querido mucho, pero ante Mí el olvido no tiene lugar; a pesar que ellos te olviden, Yo nunca me apartaré de ti…. He aquí sobre las palmas [de mi Mano] siempre te he llevado: La mano representa la acción, el poder de obrar, pero la palma de la mano representa la posesión de cosas, pues a través de ella podemos asir distintos elementos. Hashem quiso mostrar al pueblo de Israel que entre todas las posesiones que Él cuida en función de la humanidad, Yerushalaim ocupa un lugar preponderante. Este sitió fue concedido al Pueblo judío, como podemos verlo en el primer versículo de la Torá.[2]
Para nuestra buena fortuna, hemos podido radicar en paz en la diáspora. Hemos construido escuelas donde podemos instruir a nuestros hijos con base en nuestras raíces. Logramos edificar bellos Baté Kenesiot, donde rezamos y realizamos nuestras festividades. Poseemos varios Kolelim donde podemos sentarnos a estudiar Torá sin que nadie interrumpa. Tenemos Tamidé Jajamim quienes nos instruyen e inspiran para encontrar el camino verdadero. Hay que visitar la biblioteca de cualquier Bet HaMidrash y ver la cantidad de libros que se han editado; temas variados para todos los niveles y en la mayoría de idiomas. Tenemos Eretz Israel… ¿Acaso nos falta algo? ¿Acaso no vivimos en un mundo ideal? ¿Por qué Yerushalaim es tan significativo? Si ya estudiamos Torá y cumplimos Mitzvot. Si nuestro comportamiento es acorde al modelo de vida que señala Hashem en Su Torá. ¿Por qué los Jajamim le dan tanta importancia? ¿Por qué pedimos por ella en la mayoría de las Tefilot? Y cuando rezamos, lo hacemos en dirección a Yerushalaim. ¿Por qué dejamos un espacio sin terminar en nuestras casas para recordarla? Inclusive en el momento culminante de una boda, el recién casado debe recitar: Si me olvidare de ti, ¡oh Yerushalaim!, que mi diestra olvide su fuerza.[3]
Debemos entender que Yerushalaim, es mucho más que un territorio geográfico. Simboliza algo más que un espacio donde se forma nuestra unidad política y cultural. Yerushalaim representa la conexión entre el pasado y el futuro de Israel. Es nuestra vida, nuestra santidad, nuestra respetada identidad y nuestra esencia. Es una Tierra que Hashem cuida, Cuyos ojos están permanentemente sobre ella.[4] En el corazón de esta sagrada ciudad se erigía el Bet HaMikdash, un lugar donde la Presencia de Hashem casi se podía palpar…, el Templo Sagrado representaba para Yerushalaim lo que para nuestro cuerpo es el alma. Lo que quedó hoy, (el Kotel) el Muro de los Lamentos, es el lugar donde la Presencia Divina se hace manifiesta. Yerushalaim es el portón de entrada al Cielo,[5] es el canal mediante el cual nuestros rezos ascienden y los milagros Divinos descienden desde los Cielos.
Llegamos a sentir que tenemos una buena posición espiritual a pesar de estar en el exilio. Esta distorsión es producto de tantos años de destierro. En todo este tiempo hemos perdido la memoria y la sensación de que lo que significa tener cerca la Presencia Divina. Pensamos que el goce físico y espiritual que observamos hoy es lo más placentero que pudiera existir…, si tan solo supiéramos como fue en la época de los profetas, cuando el Bet HaMikdash funcionaba y los Cohanim hacían el servicio, todo era mucho más placentero, hasta las frutas tenían mejor sabor. El aire de Yerushalaim volvía sabia a la persona,[6] tal como está escrito: Porque de Tzión saldrá la Torá y la palabra de Hashem de Yerushalaim.[7] La gente vivía tranquila y feliz, los que conducían a la nación, lo hacían basados en el Mandato Divino; sabían guiar, reprender y corregir las faltas de cada uno y esto limpiaba las penas y depresiones y por ende abundaban la salud y la prosperidad…. ¡Esto es Yerushalaim! Esto es lo que nos hace falta y aunque tenemos lo que tenemos en la diáspora, no es nada comparado con lo que se vivía en esa época, y es por eso que anhelamos su reconstrucción.
Y a pesar de que ahora no poseemos ni Bet Hamikdash, ni la belleza de Yerushalaim, los que saben del elevado nivel espiritual que es posible alcanzar en la Tierra de Israel, anhelan habitar allí y absorber la santidad que de ella emana; su corazón arde por el amor y el deseo tan grande de vivir en Yerushalaim y luchan incansablemente por conseguirlo, unos lo logran y a otros Hashem, con su Sabiduría no se los permite; Moshé, el gran líder de Israel, fue uno de ellos. Dice el Talmud: Hashem le concedió tres buenos regalos al pueblo de Israel. Todos le fueron dados sólo a través del sufrimiento. Ellos son la Torá, la Tierra Santa y el Mundo que Viene.[8]
Rab Shalom Adani, autor de los libros: “Shalom Yerushalaim”, que trata sobre el libro “Etz Jaim”, del Rashash, y “Sucat Shalom”, es un vivo ejemplo de lo que mencionamos. Él soñaba con ir a vivir a la Tierra Sagrada. La distancia que separaba “Aden”, su ciudad natal de Yerushalaim no era muy lejana, más bien representaba un gran sacrificio. Vendió su casa y todas sus posesiones para emprender una arriesgada travesía hacia la tierra de Israel. Cuando fue descubierto por el gobierno, fue apresado y entregado a la justicia, donde de inmediato fue condenado a morir. La noticia llegó a la comunidad judía e hicieron acopio de todos sus recursos hasta que lograron “obtener” el indulto. Rab Shalom no se rindió, Yerushalamin era su destino y reanudo la travesía. Una vez en camino fue sorprendido por asaltantes y fue despojado de todas sus pertenencias, lo único que le quedó, fue la ropa que llevaba puesta. Erró por varios lugares sin tener lo que comer ni donde dormir, se unió a una caravana que se dirigía hacia Yerushalaim, pero como no contaba con los recursos para pagar el viaje, tuvo que seguir a pie atrás de los burros de la caravana. Libró varios obstáculos, mendigó hasta que consiguió el boleto para subirse a un barco. En el camino, estuvo a expensas de la tempestad, soportó fuertes ráfagas de arena sobre sus ojos, hasta que finalmente llegó a las puertas de Yerushalaim, y allí se dirigió a una Yeshivá de Mekubalim donde se integró y vivió el resto de sus días.[9]
Todo el que alcance a entender la importancia que tiene para nosotros Yerushalaim, deberá hacer todo lo que sea posible para conseguirlo. Le pedimos al Todopoderoso que restaure Su Presencia en Su ciudad, tal como lo prometió, y que el Trono de David, Su siervo, pronto sea por Él restablecido. Que reconstruya [Yerushalayim], para siempre y lleve a todo Su Pueblo para que podamos reunirnos en armonía y paz pronto, en nuestros días. © Musarito semanal
“Alégrate y regocíjate hija de Tzión [Pueblo judío], porque he aquí que Yo [HaShem] regresaré, y Mi Presencia habitará entre Ustedes, dice HaShem.[10]
[1] Yeshayá 49:15-18
[2] Ver Rashí, Bereshit 1:1
[3] Tehilim 137:5
[4] Debarim 11:12
[5] Bereshit Rabá 69:7.
[6] Babá Batrá 21a
[7] Yeshayá 2:3
[8] Berajot 5a.
[9] Maayán HaShabúa.
[10] Zejariá 2:14.