ser agradecidos
"No ingresará un amonita o moabita… por el hecho que no salieron a su encuentro con pan y agua”. Debarim 23:4-5.
Dice el versículo: Un amoní o un moabí no entrará en la congregación de Hashem; incluso su décima generación no ingresará a la congregación de Hashem por toda la eternidad; debido al hecho de que no salieron a su encuentro con pan y agua en el camino cuando estaban saliendo de Egipto, y por el hecho de que empleó contra ti a Bilam hijo de Beor, de Petor, Aram Naharaim, para maldecirte.[1]
Una de las cosas más detestables para la Torá es la ingratitud. Los pueblos de Amón y Moab descendían de Lot, cuyo benefactor y salvador fue su tío Abraham.[2] No obstante, en vez de demostrar la hospitalidad más elemental a los judíos en su penosa marcha por el desierto, como compensación a la bondad brindada a su antepasado Lot, Amón se rehusó incluso a venderles pan y agua,[3] en tanto que Moab, pecó al contratar a Bilam para que los maldijera.[4] De aquí aprendemos que la ingratitud, el egoísmo y la mezquindad no tienen cabida en Israel.[5]
Este año se termina…, en pocos días estaremos parados delante del Juez Supremo rindiendo cuentas por todo lo sucedido durante este periodo, cada uno procurará presentar humildemente sus plegarias y súplicas a Hashem, rogando ser inscritos y firmados para un buen año. Debemos aprovechar estos días de introspección y balance espiritual: la vida pasa, el tiempo transcurre, los años quedan atrás, las cosas cambian y la persona sigue igual… ¿Cuáles son tus expectativas para el futuro? ¿Qué cambios vas a hacer? ¿Qué vas a pedirle a Quien todo puede y todo pertenece…?
Esta preparación es importante, sin embargo, no es lo único que tienes por hacer ese día, hay algo más y no menos importante: Debes revisar todo lo acontecido durante el año, antes de llegar al juicio es muy recomendable hacer un recuento de todos los regalos que recibiste de Hashem; Sólo voltea y observa: ¿Gozaste de buena salud? ¿Tuviste complacencia de tu familia? ¿Cuánto éxito obtuviste? ¿De cuantas cosas te salvaste? ¿Cuánto aprendiste de cada acontecimiento? Ahora, aquello que era expectante el año pasado, está hoy revelado ante tus ojos: ¿Cuánta bondad encontraste en cada suceso? ¡Cuánta bendición Hashem dispensó sobre ti y sobre tus seres queridos! Entre más recapitules cada uno de los beneficios obtenidos, más apreciación tendrás del amor que Él te tiene y por ende, despertará tu sentimiento de gratitud y apego hacia Hashem: Y te alegrarás por todo lo bueno que Hashem te ha brindado a ti y a tu casa.[6]
El Pueblo de Israel recibió el nombre de ‘Yehudí’, que proviene de Yehudá, para enseñarte que la esencia del judaísmo es saber reconocer y agradecer a quien nos favorece, sin sentir que se merece uno las cosas.[7] Observemos que de todos los hijos de Yaacob, el Am Israel se llama como este hijo: "Yehudim". Uno de los motivos es para que el Yehudí no sólo se sienta agradecido y orgulloso de su origen, sino más que nada para que reconozca, admita y agradezca que todo proviene de Hashem. El verdadero servicio al Creador se construye sobre un fundamento de gratitud.[8]
Un hombre se acercó al Rab Shlómo Leveinshtein y le relató lo siguiente: “Tengo once hijos, diez son estudiosos de la Torá, cumplen Mitzvot, el otro decidió abandonar la senda, ¿Puede Ud. imaginar el dolor que sufría toda la familia? Fuimos a pedir consejos y seguimos la recomendación de los especialistas, mucha gente se ofreció para hablar con él, pero nadie conseguía hacerlo retornar. ¡Estábamos desesperados!
Asistimos a una de sus conferencias y escuchamos el relato de un hombre quien había pasado por un grave accidente; como consecuencia había perdido la audición, sufría de fuertes dolores, los médicos recomendaban cortar el conducto acústico. Pidió un tiempo para pensarlo, mientras tanto, recordó que en sus visitas al hospital había visto a muchos de los pacientes que habían perdido la vista, las piernas u otro miembro… entonces decidió que en lugar de quejarse o resignarse por su situación, comenzaría a agradecer a Hashem por todo lo que sí poseía”. “Si, recuerdo bien el suceso”, apuntó el Rab Leveinshtein.
“Entonces”, prosiguió el hombre, “en lugar de quejarnos por el problema que teníamos con nuestro hijo, decidimos mi esposa y yo dar gracias por todo lo que poseíamos: vida, salud, familia, una casa… Todo esto sucedió una semana antes de Pésaj. La noche del Séder, estábamos reunidos y listos para comenzar la lectura de la Hagadá, de repente, entró nuestro hijo con una pequeña Kipá puesta en su cabeza. ¡Qué alegría sentimos! Decidí no decirle nada, comenzamos la lectura y a la mitad, saqué una carta que había escrito junto con mi esposa donde manifestábamos nuestro agradecimiento al Creador por todas las bondades que habíamos recibido, terminamos con el Séder.
A la semana siguiente, encontré a mi hijo en el Bet Hakneset y poco a poco se fue acercando, ya estudia Torá y poco a poco se está retornando a la senda. Un día le pregunté: ¿Qué fue lo que te hizo cambiar y regresar a la familia? El respondió: ´Siempre pensé que vivíamos con penurias, que nunca teníamos nada, que todo faltaba porque te quejabas constantemente que no teníamos dinero, que tenías problemas en el negocio y que todo te salía mal… Pero cuando llegué a casa en Pésaj y leíste esa carta agradeciendo a Hashem por tenerlo todo, observé a mamá a mis hermanos a todo lo que había alrededor y me di cuenta que era verdad, nada nos faltaba… así que decidí volver…”.
El Rab Wolbe recomienda fortalecer nuestro “músculo de gratitud”. Tenemos mucho por lo que estar agradecidos. Cada día debemos practicar tres veces al día diciéndole gracias a la gente que hace bondad con nosotros. Y si ponemos atención, nos daremos cuenta que hay oportunidades de sobra. Está tu esposa (o), tus hijos, tus compañeros de estudio o trabajo, el cartero que reparte la correspondencia, la cajera que registra nuestra comida en el supermercado, etcétera. En realidad, estamos recibiendo todo el tiempo –de Hashem y de los demás, y tenemos muchísimo por lo que estar agradecidos.
En este mes de la misericordia, aumentemos las súplicas, estudio de Torá y cumplimiento de Mitzvot, hagámoslo con amor, calor y sed por acercarnos a nuestro Creador, lo esencial es ponerle alma, espíritu y corazón a nuestros actos; si así lo hacemos sin dudas llegaremos a día de Rosh Hashaná preparados para presentarnos al juicio de la mejor manera.©Musarito semanal
“No es la felicidad lo que nos hace agradecidos…
Ser agradecidos es lo que nos hace felices”.
[1] Debarim 23:4-5.
[2] Bereshit 14:16, 19:29
[3] Debarim 2:28-29
[4] Rambán
[5] Jumash ArtScroll, pág 1121
[6] Debarim 26:11
[7] Bereshit 29:35; ver Talmud Berajot 7b
[8] Strive for Truth, Vol. I, pág. 153