La Torá te ilumina para que puedas ver a Hashem

 

Perashat Bemidbar

 

 

“Cuando Moshé entró en el Tabernáculo para hablar con Él (Hashem), escuchó la Voz que se comunicaba con él, de encima de la cubierta que está sobre el Arca del Testimonio, de entre los dos Querubines, y Él le habló” (7:89).

 

 

La Perashat Nasó contiene 176 versículos; es la más larga de la Torá. De cada fragmento nuestros Jajamim extraen varias explicaciones talmúdicas. Incluso en el Zóhar aparece explicada, más que cualquier otra Perashá. ¿A qué se debe esta grandeza? Leemos Perashat Nasó generalmente el Shabat posterior a la fiesta de Shabuot, que es el momento de la entrega de la Torá. Por eso, los Jajamim determinaron que se leyera en un momento en el que Am Israel se encuentra con mucho entusiasmo y amor a la Torá.[1]

 

En el versículo de referencia dice que cuando Moshé entraba al Tabernáculo escuchaba la Voz que llegaba desde lo alto de la Cubierta del Arca del Testimonio. ¿Qué enseñanza podemos sacar de esto? Rab Moshé Feinstein nos ofrece una hermosa lección:

 

“Todo el que busca a Hashem puede encontrarlo en todos lados. Si somos observadores, nos daremos cuenta de que la Creación entera proclama la Presencia de Hashem. Los Cielos relatan la Gloria de Hashem y la obra de Sus Manos proclama el firmamento.[2] Cada brizna de pasto, cada pájaro que canta en el día, el zumbido que hacen los insectos en la noche; el amanecer; los colores que presenta el cielo tras el crepúsculo; las maravillas que esconden los océanos; el mundo está lleno de oportunidades para recordar al Creador.”[3]

 

“¿Por qué nos resulta tan difícil escuchar Su Voz?

 

“¿Cómo es posible que algunos puedan decir que el universo es un accidente de la naturaleza? ¡Qué idea tan absurda! ¿Acaso no escuchan esa Voz que grita: “¡Véanme, aquí estoy…!”? Aquel que no ve al Creador en todo lugar no lo ve en ningún lugar.[4]

 

“Además, ¿puede alguien pensar que Moshé, el más grande de los profetas, tenía que entrar al Tabernáculo para oír la Voz de Hashem? ¿Acaso no la escuchaba, como explicamos, en las maravillas de Hashem?

 

“La respuesta es la siguiente: seguro que Moshé tenía la sensibilidad de observar y encontrar la presencia de Hashem en todas partes, y con toda su grandeza y sabiduría tenía que entrar al lugar donde se guardaban las Tablas para escuchar Su Voz. Esto nos enseña que, si una persona que se encuentra a años luz de nuestro gran profeta quiere encontrar la Presencia de Hashem tal cual es, es decir, sin la distorsión de las ideas paganas, debemos hacer lo que hizo Moshé. Primero debemos ir al Tabernáculo, al Bet Midrash (Casa de Estudios), donde Su Voz emana pura y nítida. Una vez que estemos empapados de sabiduría y de la claridad que provienen del estudio de la Torá, entonces podemos salir y encontrarlo en cada paso que damos en la vida. La Torá oculta maravillosos secretos y nos fue otorgada para que conozcamos al Creador, y para que estudiemos Sus caminos.”

 

Rabí Janiná Bar Isi decía: “A veces el universo en toda su grandeza es insuficiente para contener la Gloria de la Divinidad. Pero otras veces, Hashem habla con el hombre por entre los cabellos que están en su cabeza.[5]

 

Hay un documento que se encuentra resguardado en la Biblioteca Nacional de Francia. El autor del pergamino es el filósofo Aristóteles y está dirigido a su alumno, Alejandro Magno:

 

Toda mi vida me ocupé de la filosofía. He juzgado y evaluado todo de acuerdo con mi lógica. Mediante esta manera de ver las cosas, he escrito infinidad de libros y quiero declarar que todos aquellos que los hayan leído se estremezcan al saber que ahora me arrepiento de todos los conceptos que he vertido en mis obras filosóficas.

 

Últimamente he tenido contacto con los sabios judíos, quienes me han mostrado claramente la Mano de Dios en la Torá de Moshé, que recibieron en el Monte Sinaí. Mi corazón se ha visto atraído hacia esas tan sabias y profundas palabras. Por medio de lo que está escrito, sus letras, los Nombres Sagrados que emanan de ella, he descubierto la Verdad. ¡Qué tonto he sido! ¡Cómo no me había dado cuenta antes! Porque todo lo que rodea a la persona en este mundo está lejos del alcance de la mente humana, y cuando me puse a investigar en la religión de los judíos, he comprobado que toda ella tiene bases firmes, no como la filosofía de los demás pueblos del mundo, que trata de sostenerse sobre teorías inciertas y oscuras.

 

Querido alumno Alejandro, el más grande y poderoso de los emperadores: no te dejes llevar por lo que está escrito en mis libros anteriores ni en los libros de los demás filósofos. Si yo pudiera, juntaría todas esas obras de filosofía que se reparten en todo el mundo y las quemaría, para que nadie se guíe tras ellas. No puedo hacerlo, ya que se encuentran esparcidas por doquier. Yo sé que recibiré un severo castigo de Dios porque he pecado e hice pecar a los demás con mis ideas erróneas. Por eso, hijo mío, quiero aclarar ante ti y ante todo el mundo que la mayoría de las teorías que emanan del razonamiento humano son falsas, pues mucho más elevado es el Pensamiento del Creador.

 

Tuve la mala suerte de que mis libros invadieran todo el mundo occidental. Pero quiero afirmar categóricamente que todas mis obras no sirven ni para ser consultadas, y que toda la ciencia filosófica carece de sentido alguno. Ahora estoy libre de toda culpa, porque he pecado sin darme cuenta. ¡Pobres de los que recuran a la filosofía, porque irán del Camino Correcto hacia las tinieblas!

 

Sabe que lo que los sabios judíos me han mostrado ya lo había escrito el Rey Salomón de Israel en sus proverbios: “Cuídate de las ideas extrañas como te cuidas de la mujer extraña…”; y agrega: “No desvíes tu corazón por esos caminos… porque el que se aleja, ya no regresa”. ¡Pobres de los ojos que vieron esto, y de los oídos que esto escucharon…! ¡Ay de mí! ¡Cómo he desgastado mi vida y desperdiciado mis días con palabras tan perjudiciales, que para nada sirven; que ni agregan ni quitan nada! ¿Para qué quiero que digan de mí que soy famoso por haber escrito tantos libros? ¡Hubiera preferido que mi nombre figurara en los libros de Torá que en los de los ateos! ¡Prefiero morir ahogado que publicar libros de esta clase! Porque quienes se identifican con la Torá irán de la luz a la Luz de la Vida Eterna. Y los que siguen la filosofía caerán en la oscuridad total hasta los más profundos abismos. Y yo seré uno de ellos… Todo esto no te lo he escrito antes porque temía que te enfurecieras conmigo y me castigaras duramente. Estoy seguro de que cuando esta carta llegue a ti, yo ya estaré yaciendo en un féretro.[6]

 

Realmente no necesitamos traer pruebas de otras culturas. Solamente queremos transmitir el siguiente mensaje: si la Luz de la Torá logró abrir los ojos de un gentil, que descubrió que la Verdad está en la Torá, ¡imaginemos cuánto puede hacer por nosotros! Lo único que necesitamos hacer es comenzar a estudiarla y su Luz iluminará nuestras vidas para que podamos encontrar a Hashem en todos nuestros caminos.

 

Rabí Akibá dijo: “Amado es Israel por haber sido llamado ‘Su hijo’. Y más amado aún por haber recibido la Torá, por la cual el Mundo fue creado”.[7] ©Musarito semanal

 

 

 

 

“Hijo mío, dame tu corazón y observen tus ojos mis caminos.”[8]

 

 

 

 

 

[1] Jidushé Harim sobre Ituré Torá.

 

[2] Tehilim 19:2.

 

[3] Daat Jojmá UMusar, vol. 1, pág. 135.

 

[4] Rabí Menajem Mendel de Kotzk.

 

[5] Bereshit Rabá 4:4.

 

[6] Rajmé Haab 48; recopilado de Hamaor, tomo 2, pág 377. Ver también el Meam Loez, Perashat Itró.

 

[7] Pirké Abot 3:14.

 

[8] Mishlé 23:26.

 

 

 

 

 

 

 

 

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