SHABAT
"Guarda el día de Shabat para santificarlo". 5:12
Moshé terminó de amonestar al Pueblo, todos escuchaban expectantes mientras repasaban toda la Torá. Comenzaron con los Diez Mandamientos, debido a que estos conforman el fundamento de todas las Mitzvot. Moshé sabía que la generación que tenía delante de él, no había escuchado los Mandamientos directamente de Hashem debido a que ellos nacieron después de la entrega de la Torá y aunque este impresionante acontecimiento fue reiterado en varias ocasiones por sus padres, Moshé convocó a todos para que escucharan de nuevo los Diez Mandamientos, para que siempre tuvieran presente que el compromiso de cumplirlos no solamente concernía a sus padres, sino que es un deber eterno para todo aquel que pertenece al Pueblo de Israel.[1]
Una de las diferencias que hay entre la mención del Decálogo en la Perashat Yitró y en la que leemos esta semana es en el cuarto mandamiento, que habla de la Mitzvá de Shabat. En el texto encontramos una pequeña diferencia. Allá dice: Recuerda el día de Shabat para santificarlo; porque en seis días hizo Hashem a los cielos y a la tierra. [2] La Torá toma como referencia a la Creación del universo. En cambio, en la Perashá que leemos esta semana, la razón mencionada es: Recordarás que fuiste esclavo en la tierra de Egipto y que Hashem te saco de ahí con mano fuerte y brazo extendido; es por eso que Hashem te ordenó observar el día de Shabat.[3] Rashí explica en el lugar que ambas palabras Recuerda y Cuida, fueron milagrosamente pronunciadas por Hashem al mismo tiempo. Esto para mostrarnos que el sagrado día de Shabat no solamente es un cese de actividades, es también un día para reflexionar y para profundizar en el estudio de la Torá. Recordamos al Shabat como una manifestación de que Hashem Creó el mundo en seis días, cesando el día séptimo. Cuidamos el día de Shabat para fortalecer la fe de la Providencia individual, dejamos de ser esclavos del faraón para someternos a las Ordenanzas Divinas y lo demostramos cesando toda actividad, cuando y como Hashem lo dicta.
Una persona tenía una vaca y la utilizaba para labrar su campo. Un día empobreció y la vendió a un no judío. El gentil la llevó a su campo y durante seis días la utilizó para arar su huerta, llegó Shabat y la sacó para surcar la tierra, pero la vaca se resistía a moverse. El hombre la golpeó insistentemente pero el animal no se movía, se echó en el piso y no había fuerza que pudiera moverla de su lugar. Entonces se dirigió a la casa del judío y le dijo: “La vaca que me vendiste debe estar enferma, la he golpeado y golpeado, pero no se mueve…”. El judío comprendió de inmediato lo que estaba sucediendo, él sabía que el motivo era el Shabat, ya que tenía por costumbre descansar en Shabat y por lo tanto no quería trabajar. Le dijo al no judío: “Ven conmigo, yo la voy a meter en razón”. Se acercó a la vaca y le dijo al oído: “Sabes que cuando me pertenecías trabajabas durante los seis días de la semana y en Shabat descansabas. Pero ahora, le perteneces a un no judío, por favor ¡levántate y trabaja!”. El animal se levantó y comenzó a caminar. El gentil le dijo: “Por favor llévate de aquí esa vaca embrujada… pero antes de irte dime por favor, ¿qué fue lo que le dijiste? Yo la golpeé y la golpeé y no conseguí moverla ni un centímetro, vienes tú le hablas y en un segundo la levantas. ¡En mi vida vi algo así! ¿Qué le hiciste?”. El judío le respondió: “Tranquilo, no hice ninguna brujería”, le comentó lo que le había dicho a la vaca y lo que la motivó para que volviera a trabajar. El no judío invadido por el temor reflexionó: “Una vaca que no habla y no tiene inteligencia, reconoce a su Creador, y ¿yo que fui creado a Su imagen y tengo inteligencia no lo Reconoceré? Inmediatamente se convirtió al judaísmo, estudió Torá, y lo llamaron Yojanán el hijo de la vaca. Fue recompenzado de que no solamente que su nombre aparece en el Talmud, la Halajá se dictaminó según su opinión….[4]
Está escrito que Hashem creó el mundo en seis días y el séptimo concluyó la creación. Todo Yehudí que cuida el Shabat, es como si se asociara con Hashem en la fundación del universo. Preguntan los Jajamim: Hay algo que no se entiende: ¿Cómo podemos entender que una persona se puede asociar en algo terminado, cuando el hombre llegó al mundo, Hashem ya había concluido la creación….?
La respuesta es que durante los primeros seis días, el mundo carecía de firmeza, y fue el día séptimo quien realmente lo fundamentó, quiere decir que éste día representa el alma misma de todo lo creado. Y es aquí donde el hombre entra en escena; si el Yehudí no cumpliera el Shabat, es como si todo lo creado no tuviera solidez; ahora se puede entender que todo aquel que cuida Shabat como corresponde, fundamenta la existencia de los otros seis días. Cuando recordamos y santificamos con hechos el séptimo día, nos asociamos con Hashem con el principio de la creación y también en la renovación que todo esto tiene cada semana.[5]
Llama la atención el hecho de que exista gente que no sea observante de Shabat. ¿Cómo es posible que algo tan vital e importante para el pueblo de Israel no sea tomado en cuenta como tal? Algunos piensan que “cuidar Shabat” es quedarse encerrado en la casa y ponerse en pausa mientras el resto de la humanidad avanza…. Piensan que al cerrar sus negocios y suprimir sus actividades mundanas, el sustento y su calidad de vida se verán afectados. ¡Qué equivocados están! ¡Es exactamente lo contrario! Esta percepción es sólo una imagen distorsionada que nos presenta el instinto maligno, todo aquel que lo ha probado podrá constatar que cuando uno cuida el Shabat, todo aquello que pensaba se perdería se convierte en bendición y abundancia. Además podrá disfrutar el estar sentado en una mesa bellamente decorada, rodeada de sus seres queridos y deleitarse con ellos un día completo sin las distracciones de todas las banalidades que generalmente lo mantienen alejado de ellos. Tendrá el tiempo para acercarse a su Creador, podrá orar sin prisa y tendrá tiempo para estudiar y profundizar en las sagradas escrituras.
Después que el Am Israel fue liberado de la esclavitud de Egipto, se dirigió al desierto, el Man caía del Cielo diariamente. Moshé ordenó que el viernes recolectaran doble porción, quien no lo hacía así o colectaba más de lo ordenado, en Shabat no sólo que no encontraban nada, sino además, lo que habían colectado sin permiso se descomponía. Solamente los que confiaban en Hashem y recolectaban la cantidad ordenada, fueron recompensados y encontraban que la doble cantidad que habían recolectado el día anterior permanecía fresca y completa durante todo el Shabat. Todo esto para demostrar la grandeza de Hashem y que el Shabat es un divino regalo del cual sólo se obtienen beneficios y satisfacciones.[6]
El día de Shabat es un día consagrado al servicio Divino y a temas de espiritualidad, y cuán importante son los recaudos que se deben tomar para no llegar a hacer algo profano en este día. Todo lo que el ser humano hace en la vida requiere de una preparación y una detallada planeación. Cuando una persona pretende abrir un negocio sin tener la más mínima idea de cómo hacerlo, es casi seguro que fracasará…. Es imposible librarse de profanar Shabat, si la persona no estudia las Halajot (leyes) de Shabat detalladamente.[7] Es imprescindible acudir a clases y documentarse tanto como le sea posible, para poder consagrar y deleitarse en este día como lo indica la Halajá.[8]"©Musarito semanal
“Aún más de lo que los judíos han cuidado el Shabat, el Shabat ha cuidado de ellos.”
[1] Debarim 5:3
[2] Shemot 20:8-11
[3] Debarim 5:15
[4] Pesikta Rabatí Perashá 14
[5] Or Hajaim HaKadosh
[6] Jafetz Jaim Al HaTorá, Ki Tisá
[7] Yearot Debash
[8] Taam Vadáat, Vaetjanán
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