El cantar de los cantares
2.5 “Samejuni Baashishót, Rapeduni Batapujím, Ki Jolat Ahabá Áni”.
Susténtenme con cántaros, rodéenme con manzanas, porque yo estoy enferma de amor.
En Breve:
Israel expresa el gran amor y la añoranza que siente por el Creador y pide que le acerquen cántaros de vino para poder sosegar su alma y pide también que le extiendan acolchados de manzanas. Está expresando en forma alegórica que su pasión por Él es tan intensa que se siente enferma de amor, al grado que requiere algún remedio curativo a fin de obtener el vigor necesario para soportarlo.[1]
Profundizando:
El versículo busca demostrar en una forma clara y conmovedora la profundidad del amor que existe entre el Creador e Israel. La novia sabe que el Creador la ama profundamente, pero no ha llegado el momento del reencuentro. Y en su hondo anhelo de erigir un lugar fijo cuya santidad sea eterna, ella está tan anhelante de Su amor, que necesita medicamentos y estimulantes para ayudarla a soportar la nostalgia que siente porque su Amado no está a su lado. La congregación de Israel clama: fortalézcanme y ayúdenme para que la Presencia Divina retorne a Su morada, pues estoy ansiosa de Su notabilidad en el mundo.[2] Él la ama profundamente; se mantiene oculto pero próximo a ella y sabe que no ha llegado el momento de forjar un hogar en común.[3]
En el fragmento anterior explicamos que: y me trajo a la casa del vino, se refiere a un lugar de reclusión, lejos de la mirada pública. Ella le pide un sitio donde cohabitar juntos, solos, “sólo mi Amado y yo porque estoy enferma de amor”. Un lugar donde pueda la nación entera interactuar con Él utilizando sus cuerpos y almas al unísono. Por lo tanto, los exegetas sostienen que este versículo alude a los días de la inauguración del Tabernáculo en el desierto.[4]
Pocos días después que finalizó la construcción del Mishkán (Santuario), Moshé y la congregación de Israel esperaban que la Presencia Divina se posara allí, para habitar en medio de ellos, pero la Shejiná no aparecía…. El Pueblo de Israel se tan sentía desamparado, así como una novia que había sido abandonada por su prometido; la desolación estaba consumiendo sus entrañas, la pena por la ausencia de la Shejiná era insoportable... Pero entonces Moshé apeló a la misericordia Divina y su Presencia descendió: Y cubrió la nube a la Tienda del Encuentro y la gloria del Eterno llenaba el Tabernáculo.[5] Y fue entonces que Israel se sintió plena, llena de amor porque su Querido había vuelto.[6]
Enseñanza ética:
Suplica la congregación de Israel: ¡Susténtenme! ¿A quién le está solicitando auxilio? Rodéenme… ¿A Quiénes se refiere? Responden los exegetas,[7] está solicitando ayuda de los Sabios y los Ancianos del pueblo. Les pedimos que nos sustenten con sabios consejos, extiendan mi cama y dispersen manzanas alrededor para difundir una buena fragancia, a la manera de los enfermos,[8] porque estoy anhelante de Su amor.[9] Les pedimos que nos animen y nos brinden palabras de aliento para que se fortalezcan nuestros pasos vacilantes y que nos brinden apoyo para que no caigamos, porque nuestra alma desmaya por la ansiedad de que el Creador se acerque, como antaño, a nosotros.
Explican los Jajamím que la traducción textual es: estoy enferma de amor, pero también se puede interpretar como: “¡Mi amor está enfermo!” y para sanarlo requiere de un tratamiento especial. Está escrito que cuando Ya’acob Abinu se encontró con su hijo Yosef, habían pasado veintidós años sin que supiera uno del otro, dice el versículo: Se dejó caer sobre su cuello y lloró,[10] ¿quién estaba llorando? Acota Ra”shí que Yosef abrazó y besó a su padre. ¿Qué hacía entonces su padre mientras tanto? Él se encontraba recitando el Shemá' Israel.[11] ¿No encontró Ya’acob un mejor momento para decir el Shemá? ¡Llevaba muchos años sin saber del paradero de su hijo! ¿Acaso no podía haberlo dicho un minuto antes o después de abrazarlo y besarlo? Ya’acob Abinu quiso cumplir en ese momento, la Mitzvá de: Y amarás al Eterno tu D-os,[12] justo en el momento en el que su corazón irradiaba una alegría tan intensa, él pensó: voy a aprovechar este profundo sentimiento y con él voy a demostrar cuánto Lo amo. ¡Por eso dijo “Shemá' Israel…”! No hay duda alguna de que nuestro patriarca quería abrazar y besar a su hijo después de tan larga ausencia, pero en ese mismo momento pensó: “¡Alto! Ahora hay cosas que son aún más trascendentes que abrazar a mi hijo…”.
Alcanzar una cualidad como esta está muy lejos de la expectativa de cualquier ser humano. Pero, recordemos que estamos hablando de uno de nuestros patriarcas… Aplicándolo a nuestro tiempo y salvando las distancias, hoy en día ¿Cómo podríamos calificar un amor enfermo? Cuando el hijo no se porta bien y aun así los padres lo alaban, no significa que lo aman, sino que ese, es un amor enfermo; esa “ternura” al final, le va a impedir al vástago alcanzar el refinamiento de sus virtudes. Si lo reprochan y lo educan correctamente, le estarán mostrando que realmente lo quieren, ¡Ese es un amor verdadero!
Otro ejemplo que podemos citar es cuando alguien tiene por un lado el horario de la Tefilá o de su estudio diario de Torá y por el otro lado tiene otra actividad, llámese trabajo, compromiso social, el juego de su equipo favorito, etcétera. ¿Qué elige? ¿Cumplir con la Voluntad de Su Creador o la suya? ¿Dónde está su amor…? ¿A dónde dirige su corazón? ¿Está sano o enfermo?
Hoy en día a cualquier cosa le otorgamos el adjetivo de amor: “Amo esa comida. Amo esa ropa”. El término para el judaísmo va mucho más allá… Amor significa compromiso total. Amor significa fidelidad. Significa estar dispuesto a renunciar a tu propia vida por aquel por quien profesas esa pasión.
Era la primera noche de Janucá. La única luz de la Menorá irradiaba un extraño brillo. Su luz no provenía de la parafina o de aceite. Emanaba de pomada para lustrar botas. Esa era la Janucá en Bergen-Belsen. El Rebbe de Bluzhev entonó las dos primeras bendiciones con la usual melodía festiva, pero el sonido de su voz estaba empañado de dolor. Estaba a punto de iniciar la tercera bendición cuando de pronto se detuvo. Hizo una pausa, y por lo que pareció una eternidad, miró al rostro de todos los presentes. Entonces pronunció la bendición, con la voz llena de fuerza: "Bendito eres Tú…, que nos mantuvo con vida, nos conservó y nos trajo a este momento" "Amen", susurró la multitud amontonada.
Más tarde, uno de los hombres fue a ver al Rebbe y le dijo: "¿Le puedo hacer una pregunta, ¿cómo puede decir una bendición de agradecimiento por habernos traído a un momento como este…?". El Rebbe de Bluzhev le respondió: “Yo pensé lo mismo y por eso me detuve antes de pronunciarla. Estuve a punto de preguntarles al Rabino de Zaner y a otros colegas míos si verdaderamente podía pronunciar esa bendición. Pero entonces percibí todos los rostros que miraban expectantes a esa traba de madera llena de pomada para lustrar zapatos. Pensé: estamos aquí, en este pozo, en el agujero más negro del mundo. Y aquí están unos cuantos judíos encendiendo las luces de Janucá. A pesar de todo el mal que están haciendo esos asesinos, nosotros estamos encendiendo las luces de la fe y la esperanza. Y pensé para mí mismo: “¡Amo del Universo! ¿Quién es como Tu Pueblo Israel? Mira cómo están parados, con la muerte mirándolos en la cara, y con tanto amor están pendientes de cada una de las palabras de la bendición: 'Quien hizo milagros para nuestros antepasados, en aquellos días, en esta época'. Y pensé: si ahora no es el lugar para agradecerle al Creador por habernos traído a este momento, entonces no se cuándo es. Es mi sagrada tarea decir ahora esa bendición".[13]
Éste es un amor verdadero, un amor intenso, un amor poderoso y extraordinario, un amor que inflama el alma, un sentimiento que lleva a cumplir adecuadamente el mandamiento que dicta: Amarás al Eterno con todo tu corazón y con toda tu alma.[14] No existe en el mundo un placer que se pueda comparar a esto. Este mensaje es la base de la temática del Shir HaShirim: El amor hacia nuestro Creador y el anhelo de que vuelva la Shejiná (Presencia Divina) a estar manifiesta en la conducción de los hijos de Israel, como lo estaba en el desierto de Sinai, tras la salida de Egipto.[15] ©Musarito semanal
“Si condicionas tu amor a quien dices querer demuestras que sólo quieres a tu propio ser”.[16]
[1] Ra”shí
[2] Metzudat David
[3] Ra”lbag
[4] Shemot 40:17 a 40:38
[5] וּכְבוֹד יְהֹוָה מָלֵא אֶת־הַמִּשְׁכָּן וַיְכַס הֶעָנָן אֶת־אֹהֶל מוֹעֵד Y cubrió la nube a la Tienda del Encuentro y la gloria de Dios llenaba el Tabernáculo; Shemot 40:34
[6] Me'am Lo'ez
[7] Metzudat David
[8] Por su fragante aroma, las manzanas y las uvas tienen un poder medicinal y en la antigüedad, solían colocar estas frutas para reanimar a los enfermos.
[9] Ra”shí
[10] וַיִּפֹּל עַל־צַוָּארָיו וַיֵּבְךְּ “...se dejó caer sobre su cuello y lloró; Bereshit 46.29
[11] Ra”shí, ver Midrash Agadá
[12] וְאָהַבְתָּ אֵת יְהוָֹה אֱלֹהֶיךָ Y amaras a Hashem tú Dios; Devarim 6.5
[13] Relatado por Ilan Grossman.
[14] וְאָהַבְתָּ אֵת יְהוָֹה אֱלֹהֶיךָ בְּכָל־לְבָבְךָ וּבְכָל־נַפְשְׁךָ וּבְכָל־מְאֹדֶךָ Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; Debarim 6:05
[15] Me’am Lo’ez
[16] Rab David Zaed