El cantar de los cantares
3.3 Metzaúni Hashomerím, Hasobebím Ba'ír; Et Sheahabá Nafshí Reítem:
“Me encontraron los guardianes que rondan por la ciudad [y les pregunté]: “¿Al que ama mi alma han visto ustedes?”.
En Breve:
Entonces, Israel se acerca a Moshé y Aharón, quienes alentaban al pueblo a continuar por la senda del Creador y les preguntaron si vieron en su profecía algo que anunciara su redención.
Profundizando:
La congregación de Israel experimentaba la impresión que se hallaba rechazada por el Creador. Ellos tenían la esperanza que, a través de los cuidadores, (Moshé y Aharón), es decir, mediante los guardianes que patrullaban la ciudad podrían encontrar A quien ama mi alma. Ella, rompiendo su propio carácter recatado aborda a los cuidadores y les pregunta si han visto A quien ama mi alma. Como vemos, el exceso de amor le hace perder la línea de compostura propia de una doncella real y se atreve a preguntar. “¿Qué les ha dicho Él?”. Ellos le responden: “No encontramos profecía alguna”.[1] Ella mantiene la esperanza que, a pesar de que se habían quebrado las Tablas de la Ley debido a su insurrección, los entonces conductores encontrarían la forma de interceder y reestablecer la concordia.[2]
Hoy, continuando esta vital enseñanza, nos apegamos a los Jajamim para que, por medio de su orientación, sus plegarias, su afán por estudiar Torá y sus instrucciones para el cuidado de las Mitzvot, logremos acercarnos al Creador. Su lucha constante contra la apatía y el alejamiento de nuestras raíces ancestrales, son la garantía de la eternidad del Pueblo de Israel. Son ellos, quienes con su inagotable fe y confianza nos conducen a reencontrar el sendero correcto para hallar a Quien ama nuestra alma.
Enseñanza ética:
Me encontraron los guardianes. ¿Quiénes son los guardianes? Son los grandes de la generación.[3] ‘Am Israel se acerca a los Jajamim; apenas pasé ante ellos, quiere decir, con sólo escuchar sus sabias palabras basadas en la Torá, de inmediato despertaron mi alma, invitándola a la reflexión, y entonces hallé al que mi alma deseaba. Encontré por fin a mi Creador. Como dice el versículo Para amar al Eterno, tú D-os, escuchar Su voz, y apegarse a Él.[4] Preguntan los Jajamim: ¿Acaso un ser humano que está compuesto de materia puede unirse al Creador, Pues el Eterno es un fuego devorador…?[5] ¡Sí, es posible!
¿Cómo?
En el mundo hay cosas que son esenciales, y cosas que son dependientes. Por ejemplo: Una pieza de hierro que se enrojece por la acción del calor, parece fuego, pero no lo es; el metal podrá quemar o calentar objetos mientras continúe recibiendo el calor del fuego, pero si retiramos la fuente del calor, el hierro pierde fuerza, se enfría y se apaga.
La Torá se comparó al fuego: “Acaso Mis Palabras no son como el fuego”, dice el Creador,[6] Y en su diestra una Ley de fuego.[7] Todo aquel que se dedica a estudiar todo lo que está escrito en ella, quedará la Torá que estudió encendida en su corazón y además tendrá la fuerza de “calentar” e instruir a todos aquellos que quieran apegarse a quienes la estudian y cumplen con devoción. Mantenerse al lado de los Talmidé Jajamim (estudiosos de la Torá) procurando aprender de sus acciones, se compara a apegarse al Creador mismo…[8] El “fuego” del entusiasmo y el amor al Todopoderoso surtirá efecto todo el tiempo que se vincule directamente con ellos, pero conforme se aparte, el fervor se irá enfriando y apagando poco a poco. Ahora se puede entender mejor por qué la Torá se comparó al fuego y no al metal fundido. El fuego arde en el interior de cada persona siempre y cuando se mantenga al lado de la fuente de calor y podrá, incluso, darle calor a los demás; pero si se aleja aunque sea un poco de la fuente, perderá la fuerza y se irá enfriando proporcionalmente al apartamiento que tenga de ella.[9]
Tres rabinos discutían acerca de si existe algún versículo con el cual se sintetiza toda la Torá. Ben Zomá dijo: Se aprende del Shemá Israel.[10] Ben Nanás sostenía que se aprende de: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.[11] Ben Pazí argumentó que el versículo es: Un corderito harás a la mañana y un corderito harás a la tarde.[12] Interviene Rabbí Yehudá Hanasí y dice: El dictamen es como dijo Ben Pazí, porque así lo aprendemos del versículo: Como todo lo que Yo te muestro, así harán el Mishkán, y todos los objetos necesarios para el Mishkán.[13]-[14]
Tres opiniones diferentes, tres ideas y por último la posición de Rebbí, el príncipe de Israel, la máxima autoridad, apoyando la opinión de uno de ellos. ¿Qué estaban discutiendo? Ben Zomá sostenía que se aprende del Shemá Israel, debido a que en este versículo está sintetizada la idea central del judaísmo: la creencia en un solo D-os y que es nuestro D-os. Frase que cada madre de Israel le dice a su bebé antes de irse a dormir, la misma se le enseña al niño cuando comienza a hablar… Sin esta base no hay nada que sostenga a una persona dentro del judaísmo.
Ben Nanás, sostenía que el versículo sintetizador de toda la Torá es Amarás a tu prójimo como a ti mismo, es esencial. Si bien el conocimiento del Creador es fundamental, el mismo sin una conducta que lo acompañe no tiene sentido. Cada persona necesita de los demás para que él pueda ser y hacer algo; es imposible cumplir la Torá en soledad.
Ben Pazí opina que el versículo que incluye toda la Torá es aquél que nos dice Harás el sacrificio obligatorio de todos los días, cuando teníamos el Mishkán o el Bet HaMikdash. La palabra Korbán (sacrificio), proviene de la raíz Kirbá (acercarse), toda la vida del judío es estar cerca del Todopoderoso, es acercarse a cumplir con Su Voluntad. Cada vez que un hombre se coloca el Tefilín se está acercando a Él, cada vez que una mujer enciende las velas de Shabbat se está acercando a Él…. El Korbán Tamid (la ofrenda continua), que se acercaba en el Altar, un cordero por la mañana y otro por la tarde, en representación de todo Israel. “Mañana y tarde” significa servir al Creador en los momentos de bienestar, de buen pasar, de claridad, de luz, como así también en los momentos del atardecer, cuando las cosas no van bien, cuando los contratiempos superan los buenos momentos.
Al escuchar las tres opiniones, Rabbí, afirmó que las palabras de Ben Pazí son correctas, ya que la Torá hace referencia al Mishkán, aquel lugar sagrado en el que todo, las paredes, los utensilios, la ropa..., todo era para que al final se pueda hacer el sacrificio sobre el altar. Cuando estudiamos Torá, cumplimos y transmitimos a otros Su Voluntad, podremos entonces decir: hallé al que mi alma deseaba…©Musarito semanal
“Al procurar ganancias materiales, la felicidad depende del logro. En la búsqueda del Creador, sin embargo, buscar y encontrar ocurren simultáneamente”.[15]
[1] Metzudat David.
[2] El Gaón de Vilna
[3] El Netziv de Volozhin. Ra”shí explica que se refiere a Moshé y Aharón.
[4] לְאַהֲבָה אֶת־יְהוָֹה אֱלֹהֶיךָ לִשְׁמֹעַ בְּקֹלוֹ וּלְדָבְקָה־בוֹ Para amar al Eterno, tu Dios, escuchar Su voz, y unirse a Él; Debarim 30:20
[5] כִּי יְהוָֹה אֱלֹהֶיךָ אֵשׁ אֹכְלָה הוּא Pues el Eterno es un fuego devorador… Debarim 4:24.
[6] הֲלוֹא כֹה דְבָרִי כָּאֵשׁ Acaso Mis Palabras no son como el fuego; Yirmiyá 23:29.
[7] מִימִינוֹ אֵשְׁדָּת [אֵשְׁ דָּת] לָמוֹ y en Su Diestra una Ley de fuego; Debarim 33:2
[8] Ver Ra”shí en Debarim 11:22.
[9] Jafetz Jaim Al Sidur HaTefilá 64
[10] Debarim 6:4.
[11] Vayikrá 19:18.
[12] Bemidbar 28:4.
[13] Shemot 25:9.
[14] Netivot 'Olam.
[15] Rabbí José Albo, autor del 'Séfer Ha'ikarim'.