Orjot Tzadikim (Las sendas de los justos)

 

 

El hombre debe realizar constantemente un balance introspectivo considerando el hecho de que el Creador ve su vida entera, lo observa y recuerda todos sus actos y los pensamientos que pasan por su corazón - los buenos y los malos -. Entonces debería tener temor del Creador y esforzarse por mejorar en su vida en aras del Todopoderoso, y ésta debe ser la única preocupación en su vida ya que todo lo demás depende y lo decide solamente Él. La inquietud del hombre por la procura del Honor del Eterno, debe alejar de su alma todas las demás preocupaciones.[1]

 

Cuando el hombre se preocupa en buscar la perfección, es la fuerza motriz que lo lleva a mejorar sus cualidades, el temor a estar engañándose o a no estar logrando la mejor versión de sí mismo, es el trampolín para alcanzar la excelencia en todo ámbito, y aunque la preocupación para la mayoría de la gente, es una emoción negativa; sin embargo, aplicada correctamente, se convierte en un aliado para el servicio Divino.

 

Existen preocupaciones “positivas” y “negativas”.  Las negativas son debilitantes y frustrantes; cansan y enferman al ser humano. Mientras que las positivas son estimulantes, y le ayudan al hombre a desarrollar todo su potencial.

 

 

 

 

 

El décimo portón: la preocupación.

Shá'ar Hadeagá, continuación….

 

 

La angustia es un atributo sumamente negativo. El hombre debe esmerarse sobremanera para extirparlo de sí, pues todas las bondades que resultan de la alegría hallan su oposición en la preocupación. Sin embargo, si lo analizamos, podemos encontrar en la angustia un aspecto positivo. Como lo expresa el profeta: ¿Por qué ha de quejarse el hombre viviente?[2] El pecador debe apesadumbrar desde lo más profundo de su corazón y gemir amargamente por haber contrariado la Voluntad del Todopoderoso. Cuando la persona pierde un billete le causa mucho pesar; pero si pierde toda su fortuna y se queda sin nada, entonces el desconsuelo embargará su espíritu. Lo mismo aplica en el caso de las aflicciones, le causan un dolor incurable y su pena inunda su corazón. Pero mas aún, es apropiado que se aflija y apene por haberse rebelado contra el Todopoderoso, olvidándose de todos los favores recibidos.

 

Debemos saber que los peldaños para retornar en arrepentimiento son proporcionales a la intensidad de la aflicción del arrepentido, ya que dicha preocupación surge de la pureza del espíritu y por este motivo, este tipo de aflicción es muy valorada por el Eterno, Bendito Sea. Es similar a un rey cuyos hijos pequeños lo hicieron enojar. Como se trata de los honorables príncipes de la tierra, es más indulgente y piadoso con ellos que con el resto de sus parientes y demás nobles de menor rango. Lo mismo ocurre con el alma que se aflige y lamenta por sus transgresiones, el Eterno es indulgente con ella. Así lo expresó el rey David: ¡Oh Eterno! Ante Ti se hallan todos mis deseos, y mi ansia no Te es oculta.[3]

 

Las lágrimas que surgen de la angustia y la pena por haberle faltado al Todopoderoso son muy benéficas: Y he aquí que las puertas de las lágrimas no fueron selladas.[4] Y está escrito: Ríos de lágrimas han descendido de mis ojos, por no haber guardado Tu Torá.[5]Y dice también: Bienaventurado el hombre que teme constantemente.[6] Por tanto, confesaré mi maldad y me aflijo por mi pecado.[7] Siempre ha de angustiarse el hombre por temor de que su servicio no sea aceptado ante el Todopoderoso, y por ende, debe esforzarse permanentemente para que su servicio sea aprobado por el Creador.

 

Otra de las preocupaciones que son sanas, es cuando la persona teme olvidar los conocimientos de Torá adquiridos, esta cualidad debe incentivar al hombre a repasar con constancia lo que ha aprendido. Así mismo, la preocupación es útil para no rivalizar con ninguna persona innecesariamente, pues le preocupa poder salir dañado en la disputa.

 

Y si goza de una buena y prospera situación, debe preocuparse, pues tal vez esté recibiendo en este mundo la recompensa que debería recibir en el Mundo por Venir. Y si sufre de pobreza y carencias, debe preocuparse por si dicha situación fue provocada por sus acciones. Si lo honran, debe cuidarse de no alegrarse de dicho reconocimiento, sino por el contrario, quizás esos respetos son la recompensa por buenas acciones realizadas.

 

En conclusión: Cada sabio de Israel que posee conocimientos de la verdad de la Torá y se lamenta por la Honra del Eterno y del pueblo de Israel que disminuye, y anhela ver la honra de Yerushalayim y su Sagrado Templo, la redención del pueblo y su reunión en la tierra de Israel, el Eterno Lo investirá con un espíritu sagrado.[8]

 

 

 

 

 

Haciendo una introspección

 

  Cuando tienes un padre rico, no te preocupas por tu sustento. Cuando tienes un padre que es una eminencia en medicina, no te preocupan las enfermedades. Cuando tienes un padre Shadján (casamentero), no te preocupas por encontrar pareja. ¡Cuando tienes un Padre en el Cielo, no tienes de qué preocuparte...!

 

            Un hombre se extravió en la espesura de un denso bosque. Cayó la noche y quedó atrapado en la penumbra; Buscó un refugio entre la espesa vegetación y se ocultó allí esperando al amanecer para continuar buscando como salir de allí. En la fría noche se escucharon gruñidos, aullidos… las hojas de las copas de los grandes árboles se movían de cuando en cuando, dejando testimonio de los animales que se deslizaban sigilosamente en busca de sus presas…

 

            Amaneció y el hombre continuó su andar hasta que consiguió salir del bosque. Sus familiares se acercaron con preocupación y le preguntaron si se encontraba bien, si no había tenido algún encuentro con las fieras del bosque. Cuando vieron que había conseguido salir ileso, le preguntaron: “¿Acaso no sentiste miedo allá dentro? ¡Seguramente las horas que estuviste a merced de las fieras se hicieron eternas!”. “Si, fue una noche larga, pero no fue la fauna y los peligros nocturnos lo que me mantuvo preocupado durante mi extravío”. “Y entonces ¿en qué pensabas…? ¿acaso no sentiste miedo?”. “Sí”, respondió, “me dio mucho miedo y preocupación. Pero no precisamente de los peligros que me acechaban, temí que mi Creador me encontrara con otro temor que no sea el de Él…   ©Musarito semanal

 

 

“Pero mi alma está en calma, pues mi esperanza está puesta en Él.”[9]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Jobot Halebabot; octava sección, la introspección.

 

[2] Ejá 3:39.

 

[3] Tehilim 38:10.

 

[4] Babá Metziá 59a.

 

[5] Tehilim 119:136.

 

[6] Mishlé 28:14.

 

[7] Tehilim 38:19.

 

[8] Tana Debé Eliahu, capitulo 4.

 

[9] Tehilim 62:6.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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