Orjot Tzadikim (Las sendas de los justos)
La palabra “tzedaká” en hebreo es comúnmente traducida como “caridad” o “diezmo”. Pero esta traducción no está completa ya que la “caridad” es motivada por el corazón del dador; sin embargo, el concepto Halajico de Tzedaká exige mucho más. La palabra “Tzedaká” literalmente significa rectitud o justicia, quiere decir, hacer lo que es correcto. Este término aclara el concepto de caridad de la Torá. No es meramente un acto de compasión dar al pobre; es la obligación de cada Yehudí en particular de ayudar a todo necesitado.[1] Una persona justa es alguien que cumple con sus obligaciones, lo dicte o no su corazón. El versículo establece: Tzedek, Tzedek tirdof (justicia, justicia debes perseguir).[2] Cada hombre de acuerdo con lo que pueda dar, según la bendición que el Eterno le dio.[3]
Es tan grande la virtud de la Tzedaká, que con ella se glorificará el Eterno a la hora que envíe la tan ansiada redención de Israel, como dice el versículo: Yo hablo con la justicia, poderosa para salvar.[4] Es enorme e importante la generosidad, nuestros textos sagrados están llenos de expresiones al respecto: La Tzedaká salva de la muerte.[5] La Tzedaká eleva a la nación.[6] Tu pecado redime con Tzedaká.[7]
El diecisieteavo portón: la generosidad..
Shá'ar Hanedibut
La generosidad es un atributo con el que el hombre alcanza elevadas alturas espirituales, y si es utilizada hacia el bien, es sumamente loable y con ella podrá conquistar numerosos niveles, tanto en este mundo como en el Venidero, como dice el versículo: la dádiva del hombre le abre amplios caminos y lo conduce ante los grandes,[8] pues sus obsequios le granjearán la simpatía de los reyes y príncipes, y de todas las personas. Y no hay nada en el mundo para conseguir el afecto de los demás que la generosidad. Y también en el Mundo Venidero se hará de buena recompensa por ella.
Existen tres clases de generosidad: Una, la generosidad monetaria. La segunda física, y la tercera con el intelecto. Las tres se hallaban en nuestro patriarca Abraham,[9] quien fue generoso con sus bienes materiales: E instaló su tienda.[10] Fue generoso con sus acciones físicas, pues fue a salvar a Lot, su sobrino, luchando por él.[11] Y era generoso con su sabiduría, pues enseñaba al mundo el camino correcto: Y las almas que hicieron en Jarán.[12]
Has de saber que cuando se hace un obsequio en el lugar y momento preciso, por ejemplo, la caridad que se realiza con el pobre y con los temerosos del Eterno, es un tesoro que no se pierde con el paso del tiempo, sino lo trasciende y permanece para siempre: hecha tu pan sobre las aguas, y con el correr del tiempo lo hallarás.[13] La interpretación del versículo es: el que siembra benevolencia cosecha su fruto, así que quien practica este atributo se enriquece, darle al pobre no conocerá la escasez.[14]Así se expresó el rey David: El que generosamente reparte a los pobres, su caridad dura por siempre.[15]Esta destacada virtud es considerada como un préstamo al Todopoderoso: Le presta al Eterno quien es caritativo con el menesteroso.[16] Y el hombre sabio enseña: Obra tanto con quien lo merezca como quien no lo merezca, sé digno tú de dar, por cuanto a que el Creador ordenó obrar con benevolencia. Y los sabios nos enseñan: Aquel que da un regalo a quien se lo pide, es generoso a medias; pero el hombre totalmente caritativo es aquel que constantemente da, mucho o poco, antes de que le pidan.
Y así comentaron nuestros sabios: La generosidad depende del hábito, pues la persona no puede considerarse generosa mientras no se acostumbre a serlo en todo momento y a toda hora, según sus posibilidades. Alguien que da mil monedas de oro de un solo golpe, no es tan generosa como la persona que da las mismas mil monedas, pero una a la vez, cada moneda en el momento propicio. Pues el que da todo junto, lo hace por un impulso intenso y repentino de generosidad, pero que posteriormente se acaba. Incluso no es igual la recompensa que recibe aquel que paga por la fianza de un preso cien monedas, que es todo cuanto aquel necesita, como la recompensa que recibe quien rescata diez necesitados o ayuda a diez menesterosos por diez monedas cada uno, todo depende de la cantidad de acciones y no de la magnitud de estas.[17]
Haciendo una introspección
Cerca de la casa de Rabí Yesha'iahu de Praga, se paraba un hombre ciego que vendía galletitas en la vía pública. Durante los crudos días del invierno estaba de pie durante horas hasta que vendía toda su mercancía, además temiendo de las autoridades ya que no contaba con el permiso correspondiente para hacerlo. Cierta vez, le fue confiscada la producción por dicha razón y el pobre hombre se dirigió a Rabí Yesha'iahu, volcando delante de él su corazón. A partir de ese momento cada día el Rabino le compraba toda la existencia de galletitas y las distribuía entre los alumnos de la escuela.
Algunos preguntaron a Rabí Yesha'iahu ¿cuál era el sentido de semejante comedia, no era más fácil darle el dinero diariamente? "De ninguna manera", contestaba el Rab, "Esta persona siente que está haciendo algo útil, dando un servicio al proveerme de galletitas, y a través de ello gana su sustento de forma digna, ¿cómo puedo, pues, negarle esta posibilidad? ¿Ya ha perdido la vista, debe también perder el honor?..." ©Musarito semanal
“Si quieres bien la Mitzvá de la Tzedaká, no debes usar la razón. Primero cierra los ojos, y luego abre tu corazón".[18]”.
[1] Yad Haktaná, Hiljot Deot, 8:1
[2] Debarim 16:20.
[3] Ibid 16:17.
[4] Yesha'ayá 63:1.
[5] Mishlé 10:2.
[6] Ibid 14:34.
[7] Daniel 4:24.
[8] Ibid. 18:16.
[9] Bereshit Rabbá 39:14.
[10] Bereshit 21:33.
[11] Bereshit 14:14-16.
[12] Ibid. 12:5.
[13] Kohélet 11:1.
[14] Mishlé 28:27.
[15] Tehilim 112:9.
[16] Mishlé 19:17.
[17] Pirké Abot 3:15.
[18] Hameir Le David