Orjot Tzadikim (Las sendas de los justos)
El atributo de la misericordia es una señal de los descendientes de nuestro patriarca Abraham. Como dice el versículo: Y te otorgué misericordia, y se apiade de ti, y te multiplique.[1] Por lo tanto, todo hombre debe acostumbrarse a hablar de manera apacible, amable y piadosa. Incluso cuando rece, debe hacerlo con tono de súplica.
El séptimo portón: la misericordia.
Shá'ar Harajamim
La misericordia es un atributo muy sublime, y es uno de los 13 atributos del Eterno, como la Torá dice: Misericordioso y Benevolente.[2] El Todopoderoso confirió este atributo a sus siervos y a los hombres justos. Por lo que es adecuado que el hombre inteligente adopte la virtud de la piedad y misericordia y la inculque fuertemente en su corazón. Existen diversos tipos de piedad, los cuales difieren entre sí. La compasión del padre por el hijo es un tipo de piedad implícito en la misma naturaleza de cualquier ser vivo.
La mejor y más selecta clase de misericordia se manifiesta cuando el padre se apiada del hijo para introducirlo en el servicio del Creador, como dice el versículo: El padre a sus hijos, hará conocer Tu verdad.[3] Debe compadecerse del alma de su hijo más aún que de su cuerpo. Y deberá instigarlo con la vara de la reprensión para conducirlo por la senda correcta, aún si debe mostrar cierta crueldad, pues esta misma dureza se considera misericordia absoluta, ya que, si llega a abstenerse de usar la vara de la reprensión con su hijo porque se conmueve por él, tal “piedad” lo maleduca y lo priva de la vida en el Mundo Venidero.
Incluso sobre sí mismo no se debe ser demasiado complaciente, sino que debe hostigarse para así someter su instinto malo. Y también hay que mostrar piedad con los parientes necesitados, como dice el versículo: Y de tu propia carne no te desapercibas.[4] Y con mayor razón hay que apiadarse de los temerosos del Todopoderoso. La esencia de la misericordia es esta: mostrar indulgencia y misericordia con los que sirven al Eterno y cumplen Su voluntad.
Incluso sobre los animales se debe ser compasivo por, ya que está prohibido infligirles cualquier sufrimiento, sobre esto está escrito: Cargar cargarás con él.[5] Es una obligación alimentar al animal antes de sentarse a comer.[6]
Y es grandiosa la retribución que recibe el hombre que habla con el pobre en forma mesurada y piadosa: Quien le entrega una moneda al pobre es bendecido con seis bendiciones; y quien lo anima con palabras recibe once bendiciones.[7] Por ello al hablar con el menesteroso debe imbuir en sus palabras de piedad y mesura, consolándolo y alentándolo en su angustia y necesidad.
Haciendo una introspección
Antes de fallecer Yaacob congregó a sus doce hijos para impartirles su bendición de despedida. Nuestro patriarca bendijo a cada uno en forma individual, a Yehudá le dijo: Enrojecidos están sus ojos por el vino, y los dientes emblanquecidos por la leche.[8] El Talmud[9] descifra esta enigmática expresión. Dijo Rabbí Yojanán: es mejor mostrar lo blanco de dientes al necesitado que darle leche para beber, quiere decir, un rostro amigable acompañado de una sonrisa le da vida al alma más que un vaso de leche fresca en un día agobiante calienta el corazón más que un vaso de vino fuerte en un día de invierno.
Es más importante una palabra de aliento o una sonrisa al compañero, que la acción de entregarle dinero. Porque una palabra de aliento tiene el poder de hacer revivir el alma y levantar un espíritu caído, mientras que el dinero solamente puede satisfacer al cuerpo. La Torá comenzó con el tema de hacer favores y culminó con el mismo tópico, explicó el Saba Mikelem que es para mostrarnos que el tema central de toda la Torá se basa en el Guemilut Jasadim (Hacer favores) y es la llave con la que podemos abrir todo su contenido.[10]
En uno de los días de Jol Hamoed de Pésaj, el Rab Ezrá Attie estaba sentado con sus alumnos conversando sobre diversos temas de la Torá. Hablaban principalmente sobre distintas leyes de Pésaj, todos escuchaban con atención procurando absorber las sabias palabras del Rosh Yeshivá. El recinto estaba repleto, estaban los jóvenes de la Yeshivá y los abrejim, no había un solo espacio libre, y la voz del estudio se podía escuchar a distancia.
De pronto, ingresó al lugar un hombre de apariencia sencilla. En su rostro se dibujaban las dificultades que había padecido, su rostro carecía de la luz de la vida. Para la sorpresa de todos los presentes, el Rosh Yeshivá se levantó de su lugar para honrar al recién llegado, acercándose con una amplia sonrisa. Lo invitó a pasar y le ofreció un lugar para sentarse muy cerca de donde el disertaba, mostrándole en todo momento un gran honor.
El rostro del hombre se iluminó con una luz especial. Prestaba atención al Rab mientras que el lo miraba de cuando en cuando, mostrándole una cordial sonrisa. La mirada de asombro de todos los presentes se notaba. Todos se preguntaban: ¿Quién será ese hombre? ¿Por qué es merecedor de los honores que está recibiendo del Rab? Terminado la ponencia, todos se movieron de sus lugares y el Rosh Yeshivá acompaño al hombre hacia la puerta y lo despidió con honor. Al regresar, el Rab se encontró rodeado de rostros interrogantes, que inclinaban sus oídos pidiendo que identificara al extraño visitante.
El Rab le explicó: Desde que el hombre ingresó, me di cuenta de que él estaba pasando por alguna dificultad. Hay personas con las que podemos sacar de su apuro con algunas monedas de Tzedaká (caridad), y hay personas con las cuales debemos cumplir con el precepto de auxiliar al necesitado con otro tipo de Tzedaká. Podemos encontrar personas que necesitan honores, otros que requieran de algún consejo, otros que necesiten sentirse valorados, otras veces podemos sacarlo de su apuro con una simple sonrisa que le levante el ánimo. Esto también es considerado Tzedaká…[11]©Musarito semanal
Los actos de bondad son tan importantes que sin ellos el hombre no habría sido creado.[12]
[1] Ver Yebamot 79a.
[2] Shemot 34:6.
[3] Yesha'ayá 38:19.
[4] Yesha'ayá 58:7.
[5] Debarim 22:4.
[6] Berajot 40a.
[7] Babá Batra 9b.
[8] Bereshit 49:12
[9] Ketubot 111b.
[10] Daat Jojmá UMusar 1,56.
[11] Otzarotenu, de acuerdo a “Haish Al Haedá”; Extraído de Mat'amim Le Shulján Shabbat.
[12] Pirké Abot 2:5.