Orjot Tzadikim (Las sendas de los justos)
Una de las bases de la Torá es el favor y la piedad que debe regir entre todos los seres humanos. Muchos de los preceptos que debemos cumplir, tienen como fundamento este concepto esencial para quien se digne en llamarse persona. Podría ser el motivo por el que el término que utilizan nuestros Sabios para calificar a las cualidades humanas es el de "Midot", cuyo significado estricto es "medida", ya que todas las cualidades son positivas. Sólo depende de saber utilizarlas en el momento preciso y con la medida adecuada.
Un ejemplo claro al respecto es lo que sucedió con el reinado del rey Shaúl. A pesar de haber sido un hombre justo, su reinado fue reemplazado por el rey David. El motivo fue que cuando Shemuel el profeta le había ordenado exterminar al pueblo de Amalek, Shaúl actuó con piedad dejando vivir a los animales y tomando prisionero a Agag, rey de Amalek. Pensó que su intención había sido correcta, pero se equivocó, ya que quien actúa con piedad cuando debía ser cruel, terminará siendo cruel en el lugar que debía ser piadoso.[1] El propio Shaúl terminó asesinando a los habitantes de la ciudad de Nob.[2] El rey David heredó el reinado de su antecesor y tomó la enseñanza adecuada. Fue piadoso y actuó con misericordia, pero enfrentó a los perversos y guerreó con otros pueblos cuando fue necesario y con el consentimiento del Sanhedrín. Ese equilibrio perfecto fue el que determinó que fuera elegido como rey de Israel. El Midrash comenta que en el momento en que David pastoreaba el ganado de su padre, encerraba a las ovejas mayores para que no pastorearan hasta que las recién nacidas comieran el pasto débil. Sólo después las liberaba para que pudieran comer. Es posible que esas ovejas pensaran en algún instante que David se comportaba en forma cruel con ellas, pero el Todopoderoso sabía que esa "crueldad" era en realidad una demostración de la piedad que David tenía en su corazón para que las pequeñas crías pudieran alimentarse….
El séptimo portón: la misericordia.
Shá'ar Harajamim, (continuación…)
Todos los atributos, aplicados en la forma y medida correctas son favorables, pero si las aplica en forma equivocada, los daños pueden ser atroces. La compasión del padre por el hijo es una virtud implícita en la misma naturaleza de cualquier ser vivo. Sin embargo, dijo el Rey Shelomó: Aquel que ahorra su vara odia a su hijo; pero el que lo ama, lo disciplina desde joven.[3] Empero, cuando el niño no se porta bien y aun así los padres lo alaban, no significa que lo aman, sino que parecería que lo odian ya que estarán atentando contra el futuro espiritual de su hijo.
Existe una piedad más negativa aún que la propia crueldad, y es aquella que se tiene por los malvados. Hay un gran tropiezo en el hombre que apoya a los malvados y los encumbra, denigrando por otro lado a los virtuosos, sobre esto está dicho en la Torá: No te apiadarás de él ni le tendrás misericordia.[4] Tampoco deberá apiadarse del menesteroso en el juicio,[5] quiere decir, que no tergiverse el juicio por el apremio del pobre.[6] Otra piedad considerada crueldad, es la que realiza con un pobre, empero posteriormente presiona a este mismo individuo reclamándole que realice por él todo tipo de trabajos como retribución por la dádiva que le diera: La misericordia de los malvados es cruel.[7]
Haciendo una introspección
Después que Miriam murió en el desierto, el manantial de agua que emanaba de la roca se secó, y el reclamo del pueblo por la falta del preciado líquido no se hizo esperar. El Todopoderoso le ordenó a Moshé que tomara su vara (Maté) y congregara al pueblo, después debía hablarle a la roca y por medio de este hecho vería todo el pueblo cómo milagrosamente volvía a brotar el manantial de agua fresca. En lugar de hablarle, Moshé golpea la roca con su vara y el Todopoderoso le advierte que moriría en el desierto y que sería Yehosh'ua quién introduciría al pueblo a la tierra de Israel…
¿Qué había hecho Moshé para merecer una sanción tan severa? Si vamos a decir que fue porque no tenía que haberle pegado a la roca,[8] ¿Acaso fue un acto tan grave? Recordemos que 40 años antes el Todopoderoso le había ordenado que extrajera agua de una roca, “golpeándola” con su vara.[9] ¿Cómo se justifica un castigo tan grande por un error tan pequeño?
La generación que salió del desierto era una generación de esclavos. Acostumbrada a los golpes de “la vara”. El mensaje que tenía que darles Moshé, debía tener otro matiz. La generación que entraría a la tierra de Israel tenía que sacar de su consciencia su condición anterior; era ya calificada como “el pueblo elegido”, el pueblo que sigue la Torá, el libro que enseña autodisciplina. Esta nación no podía estar compuesta de gente violenta. Tenía que ser un pueblo educado.[10]
Podemos extraer de aquí una vital enseñanza en el tema del Jinuj. Dice el versículo: Educa al joven de acuerdo con su camino, aun cuando envejezca no se desviará de éste.[11] Observemos que Shelomó Hamélej no utilizó el término “niño” sino que se refirió al “joven”, esto nos enseña algo esencial. El educador no debe decir: "El niño aún es pequeño y no entiende; déjalo… todavía no tiene obligación de cumplir con las Mitzvot… cuando crezca lo entenderá…". Por el contrario, la tarea de los padres y los docentes consiste en cuidar y educar al niño a lo largo de todas las etapas de su vida, comenzando desde la niñez y debe hacerlo en forma constante para que la enseñanza se mantenga durante todas las etapas de su vida, quiere decir hasta que se convierta en un joven, se case y llegue a ser un adulto responsable.
Otro fragmento del Mishlé dice así: Aquel que ahorra su vara odia a su hijo; pero el que lo ama, lo disciplina desde joven.[12] Este versículo toca el tema de la reprensión; nótese que el Rab Hirsh explica que la “vara” no se refiera al castigo físico, también se utiliza para designar una reprimenda dirigida al mejoramiento del individuo, por medio de sufrimientos, privaciones, etc. Es decir, “la vara” es cualquier influencia que hace que el menor se de cuenta dolorosamente de su comportamiento indebido y debe ser acorde al carácter de cada niño, no todos son iguales. No podemos ser indiferentes a la hora de elegir el colegio de nuestros hijos, es nuestra responsabilidad saber fehacientemente a donde concurren, quienes son sus amistades. La educación deberá estar basada en los principios de la santidad la pureza, los valores y las buenas cualidades, no hay lugar al descuido, una pequeña gota de veneno contamina toda una vida, ese es el deber y responsabilidad que nos cabe como padres, y no podemos abstraernos de hacer nuestro trabajo.[13] Recordemos que estamos preparando la siguiente generación y será nuestra responsabilidad el que se mantenga pura la cadena milenaria que viene desde nuestros Abot Hakedoshim.©Musarito semanal
“Quien consiente a su hijo tendrá que vendar cada herida de las consecuencias de sus actos”.[14]
[1] Ver Shemuel I 15:1-35.
[2] Ídem 22:17.
[3] Mishlé 13:24.
[4] Debarim 13:9.
[5] Bemidbar 23:3.
[6] Mejilta de Rabbí Shim'ón Bar Yojai; ver Julín 135a.
[7] Mishlé 12:10.
[8] Ver Rashí en Bemidbar 20:8.
[9] Shemot 17:5.
[10] Rabbí Yosef Bitton.
[11] Mishlé 22:6.
[12] Ídem 13:24.
[13] Rab David Pinto.
[14] Ben Sirá.